“Durante
las Rogativas se visitaba las tres cruces erigidas en los aledaños de la
colonia, los niños marchaban adelante en formación y tomados de la mano, en dos
bandas, varones y niñas. En medio caminaba Don Juan, todo lleno de devoción.
trasmitiendo por repetición hacia la grey infantil las Letanías de todos los
Santos, para su contestación.
Recuerdos de José Brendel
Greuz gehen
Un antiguo
cuadernillo rememora que “los colonos se dirigen en procesión a las cruces,
imbuidos de un profundo misticismo, y acompañados de las letanías de los
santos; mientras que ya en el lugar, frente a Jesús crucificado, el sacerdote,
luego de expresadas las letanías, oraciones y cantos, rocía con agua bendita
los campos en señal de gratitud por los dones recibidos y en solicitud de buena
cosecha. Y al término de la procesión oficia una misa en la parroquia.
La tradición proviene de antaño –continúa revelando el
texto-, cuando San Gregorio Magno en el 590, las fijó para otorgarle mayor
trascendencia a los festejos de la conmemoración de la entrada de San Pedro a
Roma. Otros relatos, sin embargo, sostienen que el Papa lo hizo para sustituir
las celebraciones paganas llamadas “Robigalia” (en honor al dios “Robigus”) que
antiguamente efectuaban los labradores romanos, con procesión por los campos,
para interesar la deidad a favor de los sembrados”.