“Durante
las Rogativas se visitaba las tres cruces erigidas en los aledaños de la
colonia, los niños marchaban adelante en formación y tomados de la mano, en dos
bandas, varones y niñas. En medio caminaba Don Juan, todo lleno de devoción.
trasmitiendo por repetición hacia la grey infantil las Letanías de todos los
Santos, para su contestación.
Los
muchachos rezaban distraídamente, mientras sus ojos vagaban por los campos
vecinos, llevándose a cada rato algún pozo por delante. Entonces Don Juan
intercalaba sabias advertencias entre las advocaciones: ¡San Matías... ruega
por nosotros!... ¡San Pedro . . . chicos más hacia la alambrada! . . . ruega
por nosotros ¡Santa Cecilia ... vean por donde caminan!... ruega por nosotros!
¡San Andrés. . . mira infeliz qué has pisado!. . . ruega por nosotros!” –escribió
alguna vez el Padre José Brendel
Greuz gehen
Las Rogativas
se definen como la visita en procesión para celebrar una ceremonia litúrgica frente
a tres cruces enclavadas en tres puntos cardinales en las afueras de la colonia
y que, en su conjunto, representan a la Santísima Trinidad.
La procesión, precedida por un sacerdote, los monaguillos y el Schulmeister,
portando una cruz, parte de la iglesia durante las tres mañana siguientes a la
conmemoración del Día de los Fieles Difuntos, o sea, el 2 de noviembre, para
dirigirse a una de las cruces, en tres jornadas sucesivas, erigida a uno de los
laterales de las calles de acceso a la localidad, para celebrar una ceremonia
religiosa en Acción de Gracias por los dones recibidos durante el año fenecido
y solicitar que la próxima trilla sea buena y que Dios prosiga bendiciendo a la
comunidad con su gracia divina. La procesión retorna, cantando y rezando, a la
iglesia, donde el sacerdote oficia una misa.
Un antiguo
cuadernillo rememora que “los colonos se dirigen en procesión a las cruces,
imbuidos de un profundo misticismo, y acompañados de las letanías de los
santos; mientras que ya en el lugar, frente a Jesús crucificado, el sacerdote,
luego de expresadas las letanías, oraciones y cantos, rocía con agua bendita
los campos en señal de gratitud por los dones recibidos y en solicitud de buena
cosecha. Y al término de la procesión oficia una misa en la parroquia.
La tradición proviene de
antaño –continúa revelando el texto-, cuando San Gregorio Magno en el 590, las
fijó para otorgarle mayor trascendencia a los festejos de la conmemoración de
la entrada de San Pedro a Roma. Otros relatos, sin embargo, sostienen que el
Papa lo hizo para sustituir las celebraciones paganas llamadas “Robigalia” (en
honor al dios “Robigus”) que antiguamente efectuaban los labradores romanos,
con procesión por los campos, para interesar la deidad a favor de los
sembrados”. (Julio César Melchior)
Muy claro, bellísimo.... como te dije alguna vez, ¿para cuándo la película?
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