Pueblito
querido
Buscarás el
brillo de mis ojos en otros ojos y no encontrarás el mismo sol ni la misma
alegría. Tampoco oirás mi voz en tus madrugadas silenciosas. Sólo encontrarás
misterio y soledad. Porque mi cuerpo y mi alma se habrán ido para siempre.
Cuando me
marche me iré llorando, pueblito querido, por ti y por mi. Será un adiós eterno como eterno será el
abismo que nos separe para siempre.
Jamás podré volver
No volveré a
pisar tus calles, pueblito querido. No caminaré por tus ocultos senderos de la
nostalgia y la melancolía. Deambularé en otros mundos. Allá lejos en el cielo
de los seres que se van y no regresan jamás. Quizás pueda verte crecer sin mí y
llorar mi ausencia de tu entramado de veredas, viviendas y patios baldíos. Todo
puede ser posible. Lo que nunca ocurrirá es que pueda volver para estrecharte
en un abrazo, pueblito querido. Nunca podré volver. Lo sé. Desde mañana seré
una tumba en el cementerio. Una tumba que mis seres amados y tu gente, pueblito
querido, irán olvidando día a día, hasta desaparecer en la nada.
Siempre
te recordaré
Recordaré de
mi pueblito querido aquel camino viejo, cubierto de hojas resecas por el sol
del verano; los árboles mudos con los ojos abiertos gritando mi nombre en las
horas de soledad; las aves que anidan en sus copas altas que, cuando ya no
esté, no les importará mi ausencia.
Extrañaré a
los trabajadores del campo abriendo surcos. Los obreros de la fábrica. El sol
cuando amanece pintando de perlas el rocío del pasto silvestre. El sudor de tu
gente trabajadora. El azadón de la quinta.
La rubia coqueta y altiva. Su sonrisa. Sus ojos claros. Sus besos rojos.
El agua de bomba que calma mi sed.
Recordaré a
la vieja escuelita donde aprendí las primeras letras, donde escribí por primera
vez mi nombre, donde viví mi primer amor; a la vieja iglesia donde me acerqué
por primera vez a la Virgen María ,
tu patrona, mi patrona; a las noches de luna llena que iluminaba mis sueños y
mis esperanzas.
Extrañaré a
mi gente… Oh, pueblo querido, cuando ya no esté viviendo en tu corazón y sólo
sea recuerdo y luego olvido. Y un día, allá lejos en el tiempo, cuando hayas
crecido mucho, lloraré de nostalgia cuando ya no encuentre ni el camino viejo,
ni el arroyito, ni la rubia coqueta, ni
mi gente… Cuando seas otro. Cuando seas ciudad, pueblito querido.
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