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martes, 2 de febrero de 2021

El desayuno tradicional de los alemanes del Volga

Fuera café con leche, té con leche o simplemente mate, el desayuno de nuestros abuelos siempre fue suculento y alto en calorías, para afrontar el duro y largo día laboral.
Sobre la mesa la madre colocaba manteca, crema, dulces, miel, chorizo, morcilla y pan calentito, recién retirado del horno de barro.
Todas estas exquisiteces eran de producción casera, que la familia elaboraba en distintos meses y estaciones del año. Los dulces en verano, los chorizos y morcillas en las dos carneadas anuales, la manteca y la crema con la leche que se obtenía en el tambo, con el ordeñe diario, y el pan se amasaba y horneaba casi diariamente.
La familia completa se sentaba alrededor de la larga mesa de madera, en la cocina, a compartir todos juntos esta primera comida del día, luego de concluir el ordeñe de las vacas del cual participaban el padre, la madre y la mayoría de los hijos de la casa. Todos tenían que hacer su aporte laboral en la manutención de la familia que, por lo general, era numerosa: de entre seis y una docena de hijos, en ocasiones, podían ser más, y algún abuelo, abuela o tío solterón, que se sumaba al hogar.

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