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viernes, 19 de febrero de 2021

Sigamos siendo fieles a la estirpe y a la identidad cultural que nuestros antepasados nos legaron

Nuestra cotidianidad se ha modificado mucho desde la época de nuestros abuelos. Hoy existen artefactos, desde electrónicos hasta herramientas de campo, que nos facilitan las tareas de una manera inimaginable, no sólo hace cien años, sino, hace apenas cincuenta.
Nuestros abuelos se sorprenderían mucho si pudieran ver la comodidad en la que vivimos, las abundantes prendas que poseemos, tantas, que podemos darnos el lujo de bañarnos y cambiarnos de ropa en el momento en que lo deseamos, cuando ellos apenas tenían una muda que utilizaban durante el trabajo semanal, muchas veces remendada y vuelta a remendar, y otra, que solamente lucían los domingos, para asistir a misa, y que al regresar a casa, se quitaban, doblaban prolijamente y guardaban en naftalina, para protegerla de las polillas.
Marido y mujer no daban abasto, por la familia numerosa que tenían para criar sino porque tenían que realizar todas las actividades a mano. La mujer lavar ropa con ayuda de la tabla de lavar y el fuentón, casi siempre a la intemperie, sin lavadero y sin lavarropa automático y demás artilugios, y los hombres arar la tierra caminando detrás de los caballos, para dar vuelta apenas unas pocas hectáreas de tierra por día, cuando hoy los arados, con ayuda de los tractores, aran decenas y decenas de hectáreas no sólo por día sino, centenas y centenas de hectáreas por semana.
La cotidianidad ha cambiado mucho. Los inventos que trajo la modernidad con la tecnología, nos facilita muchísimo la existencia y nos brinda la posibilidad de tener un estilo de vida y de alimentación jamás imaginado por nuestros ancestros, que tenían que producir cada uno de los productos que ingerían.
Que esta nueva realidad no nos ciegue ni nos haga olvidar el ejemplo de nuestros abuelos, sus valores humanos y espirituales. Su concepción de la vida y de la naturaleza. Su temple inquebrantable. El valor que le deban a la palabra. El sentido profundo que le imprimían a las palabras familia y amigo. Nunca olvidemos todo eso. Y sobre todas las cosas, mantengamos viva su memoria continuando su legado. Seamos fieles a la estirpe y a la identidad que nos dejaron.

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