Charles Edward Wilson (1854-1941) |
Mamá,
mientras las hijas continuaban planchando, empezaba a preparar la cena. Amasaba
y freía los Kreppel en una sartén con abundante grasa, que comíamos
espolvoreados con mucha azúcar, acompañados de un té con leche y chorizo seco
que, generalmente los vecinos nos regalaban en tiempos de carneada.
Cenábamos
en la cocina, sentados alrededor de una larga mesa de madera gastada,
iluminados por una pequeña lámpara a kerosén, que colgaba del techo de madera,
pintado de verde, al igual que las puertas y las ventanas. Las paredes de la
casa, eran de adobe, pintadas con cal blanca, y el piso de tierra. En invierno
nos daba calor una cocina a leña alimentada con bosta de vaca, que llamábamos
Blatter, o los deshechos de la cosecha de maíz y girasol, como las cañas y los
marlos de maíz.
Después
de cenar, generalmente, mamá se sentaba a tejer pullovers, medias y bufandas,
con lana de oveja, que hilaba la abuela en la rueca, mientras sus hijas, desde
muy niñas, aprendían a bordar sus ajuares soñando con formar su propia familia.
Y papá, tras leer un párrafo de la Biblia en voz alta, para que lo escucháramos
todos, jugaba a los naipes con los hijos varones de la casa. (Autor: Julio César Melchior).
Cuántos recuerdos vienen a mi mente por Dios !!!!
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