Aurelia nos mira. Suspira hondo. Sus
ojos color cielo se llenan de nubes: amargas secuencias que hilvana en un dejo
de voz cansada y desbordada de angustia. Entre sus manos tiene una Biblia y
entre sus dedos un rosario que reza en las largas horas de su eterna soledad en
la que vive confinada después que la vida le quitó tres hijos y un marido.
“No es bueno para nadie envejecer tanto,
uno se queda muy solo. Dios se va llevando lentamente a nuestros seres queridos
y nos deja solos en el mundo, sin saber qué hacer y para qué seguir viviendo.
Ni siquiera nos deja fuerzas en el cuerpo para seguir trabajando –reflexiona
Aurelia con sus 90 años recién cumplidos.
“Mis días son largos, no se terminan
nunca. No puedo hacer nada. Me cocina y me cuida una señora. Ya no puedo ni
siquiera lavar mi ropa. No soy más que un estorbo que se arrastra por la cocina
con su andador. Dios no debería permitir que una persona viva tanto –repite.
“Antes por lo menos podía trabajar.
Hacía de todo. Con mi marido teníamos una quinta en el fondo del patio. Ahora
está llena de yuyos. Me da tanta pena verla. Era tan lindo en verano regar la
lechuga, los rabanitos, los zapallitos, el repollo para hacer chucrut y los
pepinos para hacer conservas. Es triste vivir así. Ya estoy muy vieja para
todo. Muy vieja y muy sola. ¿Para qué seguir viviendo de esta manera?
–pregunta.
NO POR FAVOR,SI ELLA LLEGO A LOS NOVENTA AÑOS ES PORQUE DIOS ASI LO DESEA,ALGUNAS PERSONAS SE VAN TAN JOVENES DE ESTE MUNDO,SEGURO QUE PARA ELLA EL SEÑOR TIENE UN PLAN PERFECTO,BENDITA LA VIDA QUE NOS REGALA EL SENOR Y MUCHAS BENDICIONES PARA AURELIA TODOS EN UN MOMENTO DE LA VIDA NOS QUEDAMOS SOLOS,MUCHO ANIMO Y MUCHA SALUD AURELIA ,
ResponderEliminarMuchas gracias, Susana, por tu generoso comentario!!! Tienes un corazón muy grande y noble!!!
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