Rescata

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viernes, 29 de marzo de 2024

En las aldeas de otros tiempos, cuando éramos niños, los Viernes Santo eran días de introspección y silencio. Días de comidas tradicionales

La vida cotidiana de las familias prácticamente se detenía, se apagaban las radios, las demostraciones de alegría quedaban suspendidas, los niños tenían prohibido andar a los gritos, sin tanto bullicio en sus juegos, las ventanas de las casas permanecían entornadas, había que asistir a misa a la mañana, a las tres de la tarde, hora de la crucifixión de Jesús y a la noche. Todo en la aldea estaba teñido por el duelo, por demostraciones de luto.
También era una jornada de ayuno y abstinencia de carne. Por lo que las comidas de los almuerzos habituales eran reemplazadas por otras, como Kleis, Maultaschen, Schnitt suppe mit Der Kreppel, por citar sólo algunas.
A la hora del mate, en la mayoría de los hogares, la estrella era el Dünne Kuche con miel.
Todos los hogares estaban colmados de visitas. Las comodidades poco importaban. Se dormía dónde se podía, así fuera en el piso. Lo importante era estar juntos para vivir una fecha tan trascendental no solo para la comunidad sino también para la humanidad.

* Para volver a preparar las tradicionales comidas, les recomiendo mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", con más de 150 recetas.

* Para revivir las costumbres les recomiendo mi libro "La infancia de los alemanes del Volga". Un libro único en su tipo.

* También les recomiendo mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", con más de 150 recetas, en inglés.

Todos los libros se pueden adquirir desde cualquier lugar del país y el mundo. Pueden comunicarse por mensaje privado, por WhatsApp 11 2297 7044. O al email: writerjuliocesarmelchior@gmail.com. 

martes, 26 de marzo de 2024

Así vivían nuestros abuelos, los alemanes del Volga

 Vivíamos en una casa de adobe muy precaria. Cuando soplaba viento fuerte nos metíamos debajo de la mesa y de las camas del miedo que teníamos de que se volara el techo. Las chapas hacían un ruido terrible. Pasamos muchas madrugadas temblando de pánico. Éramos tan pobres que tengo que confesar que pasamos frío y hambre. Comíamos pan casero untado con grasa espolvoreada con azúcar, cuando había azúcar y sino así no más. Varias noches vi llorar a mi madre en silencio mientras veía como sus hijos nos repartíamos la poca comida que había para cenar. A veces, muchas veces, no alcanzaba para llenar la panza de todos. Mamá y papá se quedaron muchas noches sin cenar. Nunca voy a olvidar sus miradas tristes y sus ojos llenos de lágrimas, sufriendo de hambre, de dolor y de impotencia por no poder darnos una niñez mejor. Mi pobre padre trabajaba todo el día en un campo cerca de la colonia pero lo que le pagaban no alcanzaba para alimentarnos y vestirnos a todos: mamá, papá y diez hijos. Además, los ricos de la colonia tampoco eran tan generosos como para pagar un sueldo acorde a lo que papá laburaba. A veces, nos ayudaban los vecinos, con lo que les sobraba, que tampoco era tanto. Llegaban con fuentes de guiso, sopa, chorizos o pedazos de carne de alguna carneada. Esos días eran de fiesta para nosotros. Comíamos hasta reventar.
La ropa pasaba de un hermano a otro y hasta que llegaba a mí, los pantalones lucían grandes remiendos y las alpargatas enormes agujeros tapados con cartón. En invierno pasamos frío. Jamás tuvimos suficiente leña. Nunca pudieron comprarme un saco. Y de noche, en la cama, nos abrigábamos con mantas que mamá cocía con tela de bolsas de arpillera. Los colchones estaban rellenos de lana de oveja y otros, simplemente de paja de trigo. Los varones dormíamos en una sola cama y las mujeres en otra. Nos dábamos calor unos a otros. Tampoco había demasiado lugar. La casa era pequeña. Una cocina y dos ambientes. El lujo no existía. Una cocina a leña para cocinar y calentar el ambiente cuando sobraba leña, una mesa de madera grande, unas cuantas sillas, un mueble fabricado por papá para guardar los enseres de cocina y apenas una o dos chucherías más. Del techo colgaba una lámpara a kerosén para alumbrar las oscuras noches de invierno.
Sufrí mucho y, sin embargo, recuerdo mi infancia con cariño. Siento nostalgia al hablar de ella. Añoro aquellos años en que la vida era simple y en que éramos felices con poco o casi nada. Recuerdo que recibir un plato de comida de un vecino de algo que no comíamos hacía tiempo, se transformaba en una fiesta. Valorábamos mucho todo. Sabíamos que todo costaba mucho sacrificio. Las cosas no caían del cielo. Había que trabajar y esforzarse para tenerlo. Y había que hacerlo desde muy niño. Yo empecé a trabajar en el campo a los ocho años. Ayudaba a mi padre en todo lo que podía. Terminaba cansado. Destrozado. Pero no me quejaba porque sabía que ese era mi deber y eso era lo que se esperaba de mí.

domingo, 24 de marzo de 2024

Así celebraban la Semana Santa los alemanes del Volga

Kleis, una de las consumidas que más
cocinaban el Viernes Santo,
día de ayuno y abstinencia total de carne
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, una de las conmemoraciones más importantes para la cristiandad.
Muchos fieles van a misa con ramos de olivo -símbolo del recibimiento de Cristo en Jerusalén- para que sean bendecidos. Portando esas palmas y ramos se organiza una procesión, en recuerdo de la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén. En tanto que, durante la Semana Santa propiamente dicha, se celebraban tres ritos solemnes para evocar la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo. El Jueves Santo: la institución de la eucaristía; el Viernes Santo: las lecturas de las Sagradas Escrituras, oraciones solemnes, y la veneración de la cruz rememoraban la crucifixión de Cristo; y el Sábado Santo: conmemoraba el entierro de Cristo; los oficios de vigilia de medianoche inauguran la celebración de la Pascua de Resurrección.
Con el Domingo de Ramos se evoca la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo. A partir del jueves próximo -día que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo. Es festejada por millones de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
La ley del ayuno la observaban los antiguos con sumo rigor. No contentos con cercenar la cantidad del alimento, se privaban totalmente de carnes, huevos, lacticinios, pescado, vino y todo aquello que el uso común consideraba como una gratificación. Hacían sólo una comida diaria, después de la misa, que terminaba al declinar la tarde; y esa única comida solamente consistía en pan, legumbres y agua, y, a veces, una cucharada de miel. Con la particularidad que ninguno se eximía del ayuno, ni aún los jornaleros, ni los ancianos, ni los mismos niños de más de doce años de edad; tan sólo para los enfermos se hacía una excepción, que debía ser refrendada por el sacerdote. A estas penitencias añadían otras privaciones, tales como la continencia conyugal, la supresión de las bodas y festines, de las reuniones del Consejo del Pueblo, de los juegos, recreos públicos, caza, deportes, etc.
De este modo se santificaba no ya solamente en el templo, como ahora, sino también en los hogares, y hasta en todos los lugares tanto de trabajo como de diversión. Es decir, que el espíritu de Semana Santa tutelaba la vida de toda la sociedad cristiana aldeana.
Los templos se veían privados durante los oficios cuaresmales del alegre Aleluya, del himno Angélico Gloria in excelsis, de la festiva despedida Ite missa est, de los acordes del órgano, de los floreros, iluminaciones y demás elementos de adorno, los crucifijos y las imágenes, que se cubrían con telas de color morado. El contenido exterior de la liturgia acentuaba los cantos graves y melancólicos del repertorio gregoriano y el frecuente arrodillarse para los rezos corales.
Durante la Semana Santa, las colonias cambiaban totalmente su aspecto. No se oían los suaves acordes de los “Schnerorgellier” y los colonienses que andaban por las calles lo hacían en profundo silencio.
El Jueves Santo, durante la Misa, en que se celebraba la Ultima Cena de Cristo y la ceremonia de lavar los pies para rememorar el lavado de pies de los discípulos de Cristo, el templo quedaba de pronto en silencio y a oscuras: súbitamente los fieles comenzaban a entonar el himno sagrado Gloria in excelsis al tiempo que comenzaban a repicar todas las campanas (que se “volaban” y permanecerían mudas hasta el sábado a la noche, cuando “regresarían”, haciendo el mismo estruendo que ensordecía a toda la colonia). Desde ese momento, solamente las matracas (Klapperer) de los campaneros anunciaban el inicio de la misa, durante los dos días subsiguientes.
El Viernes Santo, los fieles concurrían a misa vestidos de colores oscuros o de negro. Se conmemoraba la muerte de Jesucristo. Era un día dedicado a la penitencia, el ayuno y la oración. La liturgia se componía de cuatro partes diferenciadas: lecturas bíblicas y oraciones solemnes, incluyendo la lectura de la Pasión según san Juan, la adoración de la cruz, la comunión de los fieles y las devociones populares. También se realizaban procesiones por las calles, en las que los niños iluminaban su camino llevando en las manos farolitos (Fackellier), adornados con papel crepé, entonando cánticos religiosos y orando devotamente. En muchas esquinas se instalaban pequeños altares preparados por los vecinos.
El Sábado Santo por la noche, se hacía el remedo de quemar a Judas, el traidor de Jesús. Y el Domingo de Pascua se asistía a misa con los corazones alborozados para celebrar la resurrección del Señor.
Al atardecer se organizaban animadas tertulias y bailes. Hecho que se reiteraba los lunes y martes. Siempre con una masiva participación popular.

martes, 19 de marzo de 2024

The gastronomy book of the Volga Germans

 Now in English! The gastronomy book of the Volga Germans that rescues more than 150 traditional recipes. The book is about to out of print its fifteenth edition in Spanish. Five years of research by the writer Julio César Melchior.

The book is divided into ten chapters and rescues more than one hundred and fifty traditional recipes of the Volga Germans, compiled by the writer over several years of research.
It contains the recipes and the secret to elaborate traditional menus: typical meals, soups, cakes, breads, jams, cheeses, preserves, beers, wines, liquors and dozens and dozens of other recipes, to elaborate any of the traditional dishes that make up the traditional gastronomy. With images of the most popular dishes. Email: writerjuliocesarmelchior@gmail.com
A book to give as a gift and to be given yourself, to keep and treasure, a book that should not be missing in any kitchen. A work that revalues, rescues, disseminates and keeps alive the gastronomic identity of the Volga Ge

viernes, 15 de marzo de 2024

El horno de barro y los Dünnekuchen de la abuela

Fotografía de noticiasd.com
Don José encendió el horno de barro, que él construyó con sus manos, hace cuarenta y ocho años, cuando se casó con doña Elvira y se mudó a la casa. Lo hizo con tallos secos de cardo y unas pocas astillas cortadas con el hacha de manera fina y prolija. Sobre esto había colocado ramas más gruesas y pequeños troncos para generar no solamente abundante llama sino, una vez consumido, carbón para distribuir uniformemente en el interior del horno.
En el interior de la casa, doña Elvira trabajaba denodadamente con sus manos, un mazacote de harina, huevos, crema y varios ingredientes más, que tenía sobre la mesa, rodeada de varias fuentes que esperaban su turno para ser llenadas y llevadas al horno. Mientras el reloj marcaba las cuatro y media de la mañana, tomó el palo de amasar. Con paciencia, delicadeza y no sin esfuerzo físico, fue trabajando la masa y distribuyéndola equitativamente en las fuentes. Finalmente tomó una sartén de la cocina a leña para concluir poniendo sobre la masa, anteriormente distribuida en todas las fuentes, una cobertura de grumos. Ya estaban listos los Dünnekuchen para ser llevados al horno, una vez que hubieran levado lo suficiente.

domingo, 3 de marzo de 2024

¡Santa María logró batir su propio récord! Un strudel de 71,90 m en este domingo inolvidable!!

 Felices de poder compartir con todos los que nos visitaron y con quienes nos acompañan de forma virtual, les dejamos las imágenes de lo que fue la medición de la elaboración final del Strudel que en poco tiempo se va a proceder a cortar y a repartir para que todos los amigos que nos visitaron puedan probar y degustar esta delicia.
No olviden que la receta del Strudel y sus variedades, una mas exquisita que otra, la encuentran en mi libro "La gastronomía de los alemanes del Volga", que rescata mas de 150 recetas tradicionales de la cocina de las abuelas. Es un legado que permanecerá por siempre en cada familia.


Una obra de restauración sin igual

 En el marco de la 9º edición de la Strudel Fest tres vecinos de la localidad, el Sr. Alberto Beier, el Sr. Cesar Schwerdt y el Sr. Cito Reeb y un grupo de colaboradores, realizaron la presentación de un carro del año 1877 que fue realizado en su totalidad por el, ya fallecido, Sr. Don Alejandro Streitenberger Maier, un personaje sin igual (historiador, escritor, inventor, músico, entre muchas otras cosas) de pueblo Santa María. En esta oportunidad el carro que se encontraba fuera de circulación, fue restaurado y puesto en marcha por estos tres vecinos que en un trabajo mancomunado que les insumió al menos tres años y con la colaboración de otros integrantes del pueblo que hicieron posible este hecho, se presentaron en el escenario principal desfilando con este carro que es testigo viviente de lo que fue su gente y sigue siendo hoy día. Ingenio, trabajo en equipo, tenacidad, fuerza de voluntad y espíritu solidario hacen posible este acontecimiento trascendental para la identidad y el rescate de lo que fue la vida en esta colonia. Como se rescata en palabras las vivencias, costumbres y tradiciones de las aldeas y colonias fundadas por alemanes del Volga en mi libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”. Una obra literaria que consta de dos partes, la primera la recopilación de vivencias, costumbres, tradiciones, relatos históricos de pobladores que nos han dejado sus vidas como ejemplo y la segunda parte del libro una muestra fotográfica de época de lo que fue la vida en las aldeas y colonias de la provincia de Buenos Aires. Un libro histórico imperdible y digno de leer para todo descendiente de alemanes del Volga.



Fotografías de María Claudia Melchior

Fotografías de los ganadores del Torneo de Koser que se llevó a cabo ayer

Compartimos las fotografías de las parejas ganadoras del multitudinario Torneo de Koser que sedesarrolló ayer en la Plaza del Inmigrante- Paseo Juan Carlos Roht con motivo de la 9º edición de la Strudel Fest, que se está llevando a cabo en Pueblo Santa María, Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires.
Felicitaciones a los ganadores y a los organizadores del evento.
También felicitaciones a los organizadores por mantener vivo el juego tradicional de nuestros ancestros, juego, para los que deseen aprender a jugarlo, rescato en mi libro "La infancia de los alemanes del Volga". 



Fotografías de María Claudia Melchior