Rescata

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martes, 8 de noviembre de 2022

La infancia de don Federico, que asistió a la escuela primaria en sulky

Cuando era niño iba a la escuela en sulky con mis tres hermanos. La escuela quedaba a diez kilómetros, aproximadamente. Durante el invierno mamá nos cubría las piernas con una gruesa manta para protegernos de las frías heladas. En la cabeza usábamos gorros de lana y guantes en las manos, todo tejido por ella, durante las noches, a la luz de un farol a kerosen -cuenta don Federico.

En la escuela había una única maestra, que cubría todos los cargos. Era directora, secretaria y maestra de aula. Todos los grados estaban en un mismo salón. Vivía en la escuela. Llegaba los lunes a la mañana temprano desde la ciudad y se marchaba los viernes a la tarde.
Muchos alumnos desayunaban en la escuela, porque venían desde muy lejos, algunos hasta de quince kilómetros. Por eso, muchos no cursaban más allá de segundo o tercer grado. Nuestros padres nos hacían abandonar a causa del intenso frío que debíamos soportar y también, porque nos necesitaban para trabajar en el campo o en la casa, en la huerta familiar, sobre todo durante la arada, siembra y cosecha de maíz y girasol, que se prolongaban durante varios meses -recuerda don Federico.
Antes de salir rumbo a la escuela teníamos que ayudar en el ordeñe de las vacas lecheras, que eran muchas. Allí colaboraba toda la familia, desde los hijos más pequeños hasta las personas más grandes que habitaban en la casa, como mis tíos y abuelos. Todos tenían que aportar en la manutención del hogar. Éramos once hermanos. Era una época muy difícil. La pobreza era muy grande. Mis padres criaban todo tipo de animales domésticos para vender. Desde gallinas hasta lechones. Pero nada era suficiente -afirma.
A los nueve años ya dejé la escuela y me fui a trabajar con mi hermano. Lo ayudaba en la crianza de animales en una estancia enorme en la que trabajaba. Él tenía dieciséis años. El trabajo era muchísimo. Salíamos al campo a las cuatro de la mañana y regresábamos al anochecer. Almorzábamos un churrasco en medio del campo, a la sombra de un árbol, cuando había.
Después la vida hizo lo suyo. La escuela fue quedando atrás, muy lejos, en el recuerdo, al igual que mis padres y mis hermanos -concluye don Federico. Más historias en los libros "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga" y "La infancia de los alemanes del Volga", que se envían a todo el país por correo.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Ya salió la 16° edición del libro de gastronomía alemana de Julio César Melchior: “Debe haber libros de mi autoría en lugares inimaginables”

El escritor Julio César Melchior publicó una nueva edición del libro de gastronomía de los alemanes del Volga: “En su 16° edición, el libro marcha muy bien y estoy muy contento” confirmó en el aire de La Nueva Radio Suárez, donde dio detalles de la repercusión y objetivos del escrito.

Contó el escritor que, si bien marcha muy bien la recepción, se hace cuesta arriba el costeo desde lo económico, aunque sobre el contenido refirió: “La elaboración de licores, quesos, encurtidos y un montón de otras cosas es lo que hace que este libro sea tan deseado” dijo, opinando que “obtiene cada vez más fuerza porque se va transpolando a otras culturas”.
En ese punto, consultado al respecto, Melchior reafirmó que sus expectativas se renuevan anhelando que su libro llegue a otras latitudes: “Hace algunos meses, lanzamos una edición en inglés que también marcha muy bien” dijo, señalando que Canadá y Estados Unidos, además de Australia e Inglaterra, son algunos de los países a los que más libros viajaron.
“Ha recorrido prácticamente el mundo. Debe haber libros de mi autoría en lugares inimaginables” dijo, reconociendo el poder del boca en boca, además de la difusión de relevancia que dan las redes sociales.
Por otro lado, anticipó que está trabajando en otro proyecto vinculado también a los alemanes del Volga, aunque hay uno que puede llegar a conocerse más pronto, pero sobre el que no anticipó nada más que no tiene que ver con esa cultura: “Fue escrito en la época más cruda de la pandemia, pero lo presté para que lean y todos me insistieron para que lo publicara” señaló, marcando que tiene que ver con poesía: “Es una apuesta fuerte” describió, dejando ver que “a algunos los va a sorprender, porque no tiene que ver con la forma en que suelo escribir”.
Además, contó el escritor que su interés en continuar dictando las charlas que ofrecía previo a la pandemia continúa tan intenso como antes, y si bien marcó que, primero, debe tomar un tiempo para resolver problemas personales, su idea es poder volver al ruedo.
Mientras tanto, su libro continúa siendo un puente para transpolar las costumbres y culturas de los alemanes del Volga: “Siempre quise generar interés de ser leído en alguien que no tiene nada que ver con las Colonias” dijo, opinando que, finalmente, lo logró.