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Otras realidades. Otras sociedades. La misma niñez. |
Clara Andes de
Ruppel, de ochenta y nueve años, reconoce que “nuestra niñez fue muy dura” pero
sostiene que “fuimos muy felices”. Tanto que, cuando recuerda esos años, su
rostro se ilumina, sus ojos irradian luz y alegría. Evidencia irrefutable de
que pese a la pobreza en la que creció, fue muy dichosa.
“La mayoría de
los niños crecimos sin saber lo que eran las golosinas. Solamente algunos
tuvieron la suerte de que les regalaran caramelos: en Pascua, cuando los traía
el conejo, y en Año Nuevo, durante wünsche gehen. Los únicos dulces que comimos
fueron los que elaboraba mi mamá durante el verano con las frutas y verduras de
las quintas, que nos regalaban los vecinos” –revela. “Dulces de ciruela,
manzana, durazno, zapallo, tomate”.
“Tampoco
conocimos la manteca” –confiesa. “Untábamos el pan con gruesa y lo
espolvoreábamos con azúcar. ¡Era una delicia! A veces teníamos miel porque
algún amigo de papá se la regalaba para los hijos” –agrega.
“Con mis
hermanos salíamos al campo con los perros a cazar liebres, peludos, mulitas,
alguna que otra perdiz, para colaborar con la comida y variar el menú. También
íbamos mucho a pescar y a cazar nutrias y vizcachas. Papá vendía los cueros y
compraba harina, azúcar, yerba… -enumera.
“Ropa teníamos
muy poca y generalmente usábamos las antiguas alpargatas hasta que no daban más
de los agujeros que tenían en las suelas. Zapatos recién tuve de grande, cuando
mis hermanos y yo empezamos a trabajar” –continúa contando Clara.
“A la escuela
íbamos muy poco. Ninguno de mis hermanos terminó la primaria y yo cursé hasta
segundo grado. No teníamos tiempo. Había que ayudar en casa, en el campo, en la
huerta. A los doce años mi mamá ya me había colocado para cuidar niños. A esa
edad ya sabía cocinar. Tuve que criar a varios hermanitos porque la mamá tenía
muchos hijos y no podía con todos” – explica.
Trabajó hasta el
día que se jubiló.
“Me casé joven” –evoca.
“Tuve varios seis hijos. Quedé viuda a los treinta. Nunca me volví a casar” –concluye.
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