Sí, los ojos no mienten. Eso lo sabemos todos. ¿Entonces por qué nos mentimos a nosotros mismos, haciéndonos los distraídos para no ayudar y dejamos que la persona de los ojos tristes continué sufriendo y, a veces, muriendo ahogada en la angustia de su sufrimiento? ¿Por qué solamente nos damos cuenta que pudimos haber hecho algo cuando los que estamos tristes somos nosotros?
Si, muchas veces somos egoístas y no sabemos detenernos a observar las miradas de quienes tenemos cerca. Si nos tomáramos el tiempo para decodificar lo que nos transmiten, seguramente haríamos dichosos, aunque sea por un momento, a quienes se cruzan en nuestras vidas.
ResponderEliminar