
Recuerdo salir al patio, aspirar el aire
fresco de la colonia, inundar mi alma con aromas entrañables, a flores, a
eucaliptos, a pinos, a ligustrinas, a animales de granja, e ir en busca de mis
amigos para correr libres en compañía de nuestras mascotas, por las orillas del
arroyo, bajo la sombra de los árboles, gomera en mano, pescando, cantando y
jugando.
Recuerdo aquellos tiempos tan felices y
una lágrima rueda por mi mejilla en honor de los que ya no están físicamente
pero viven en mi memoria. Por mis amigos, mis abuelos, mis hermanos, mi mamá y mi papá. Tantos seres queridos que un día Dios
se llevó a su lado mientras yo iba creciendo y yéndome de a poco de la colonia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario