Llueve en el atardecer
de la colonia rubia,
en la que dos ojos celestes
lloran mirando el cielo.
Tras el vidrio de la ventana
un corazón se desangra:
lluvia y lágrimas,
tormenta y llanto.
En las manos un rosario,
en los labios una plegaria.
En el alma un nombre
y la voz de un hombre.
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