Rescata

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lunes, 4 de abril de 2011

Perfumados recuerdos que nos ayudan a sonreír

Caminando por la colonia me pregunto: ¿de dónde viene este aroma tan particular que me seduce de nostalgia y me embriaga de pasado? ¡Me resulta tan conocido y me trae tantos recuerdos!


Caminando por la colonia me pregunto: ¿de dónde viene este aroma tan particular que me seduce de nostalgia y me embriaga de pasado? ¡Me resulta tan conocido y me trae tantos recuerdos! Seguí caminando, disfrutando de los maravillosos jardines de mi querida colonia. Cada jardín era un asombro nuevo, cada perfume otro recuerdo querido. Hasta que encontré la punta de la línea que me iba llevando de la nariz. Y allí las vi, increíble, racimos y racimos de glicinas que, con un color que las hacía confundir con el cielo, adornaban un paredón que parecía pintado por Miguel Ángel. Detuve mi caminata a mirar, oler, disfrutar con todos mis sentidos de este regalo inesperado que me brindaba mi pueblo. ¡Es tan difícil encontrarlas! Al ver el caserón, tan viejo, no pude evitar que me asaltara el temor lógico: ¿Qué pasará cuando tiren esta casa abajo? El cambio de dueños, el progreso edilicio, el crecimiento de la colonia, todo se conjuga para suceda pronto. Todos perderemos, ya no podremos disfrutar de estas maravillosas flores color celeste cielo que parece haber sido sembrada por ángeles. Y en mi recorrido y al cruzar las calles, también pensé en las enredaderas que siempre creciendo solas a lo salvaje, daban a los alambrados el tapiz azul y blanco de Las Campanitas. Recuerdo que cuando era chico en el patio se encontraba una flor que a nosotros los chicos nos dejaba sorprendidos por su hermosura pero también por su nombre. La llamábamos Los Clavos de Cristo, su diseño era espectacular y era una flor que por respeto no dañábamos, su nombre era para nosotros, una señal de verdadera admiración. Mi camino me sorprendía a cada instante, los jardines rebosaban de flores de todas clases y colores, pero los perfumes exquisitos me llevaban de un lado a otro de los recuerdos con pinceladas nostálgicas por lo vivido y sentido a través de cada uno de ellos. Perfumados recuerdos que nos ayudan a sonreír y que un día, como todo, dejarán de existir sepultados bajo la tumba del progreso.

(Sinopsis de un relato de Norma Gramano)

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