
-¡Acá hay que trabajar! El que quiere comer tiene que ganarse la comida –repetía una y otra vez mi papá y eso era una orden. Todos le teníamos miedo, mucho miedo. Hasta mamá temblaba cuando se enojaba y nos gritaba porque habíamos hecho algún trabajo mal.
Mi niñez fue triste. Nunca lo vi contento a mi padre. Siempre rezongaba. Siempre me retaba. Nunca nos permitió jugar. Siempre tenía un trabajo para darnos cuando nos veía libres o descansando. Y jamás nos dijo que lo que hacíamos con tanto sacrificio y esfuerzo estaba bien hecho. Siempre se quejaba y le encontraba un defecto para echárnoslo en cara.
Si nos portábamos mal o cometíamos alguna travesura, cosa rara, por el terror que le teníamos, nos daba una furibunda paliza con el cinto o la alpargata. Era muy severo. Nos amenazaba con Dios diciendo que nos iba a mandar al infierno si no le hacíamos caso. Y, nosotros, pobres, le creíamos.
Soporté hasta que llegó el día de partir a cumplir con el servicio militar. Recién regresé a casa treinta años después, cuando mamá y papá ya eran viejecitos y, a pesar del dolor soportado y de la bronca contenida durante tantos años de ausencia, consumido por el rencor de haber vivido una niñez tan dura, no pude hacer otra cosa que abrazarlos y llorar desconsoladamente, y pedirles perdón por haberlos hecho sufrir esperándome durante tanto tiempo.
Creo que es mucho mejor una infancia dura, difícil, estricta. Deja un mejor ejemplo y fortaleza que enseñar a pedir planes y cortar rutas...
ResponderEliminarNos pasamos de un extremo al otro, y los extremos no son buenos. Todo en su justa medida.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo!!!
ResponderEliminarEn mi caso pasar por ciertas dificultades en la vida, me ha hecho mejor persona. No tengo resentimiento por ello, solo el triste recuerdo de lo mal que lo pasé, pero afortunadamente, la vida me dió revancha y satisfa
ResponderEliminarcciones. Hoy día valoro que mis hijos estudien y sean buenas personas y que no pasen por las dificultades que yo tuve que pasar.
Gracias por tu comentario! Por brindar tu experiencia y sabiduría!
ResponderEliminarEran tiempos donde se valoraba mas una pala sin valorar un libro..
ResponderEliminara mi me decian que era mejor para el hacha que para los libros
ResponderEliminarMi niñez fue feliz hice la primaria y no pude seguir la secundaria por que se debía trabajar , luego de grande pude hacer la secundaria y una carrera terciaria , pero mis padres aun viven en el campo ya son jubilados
ResponderEliminarMe da mucha emoción ver este artículo!
ResponderEliminar