¡Las palabras son cosas vivas! ¡Bendicen
o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan!
Las palabras tienen vida. Son capaces de bendecir o maldecir, de edificar o derribar,
de animar o abatir, de transmitir vida o muerte, de perdonar o condenar, de
empujar al éxito o al fracaso, de aceptar o rechazar. ¿Cómo hablamos a los
demás? ¿Qué les transmiten nuestras palabras? ¿Qué me digo a mí mismo? ¿Hacia
dónde me conduce mi dialogo interno? Alguna vez has pensado en esto.