Lucrecia Luján Hubert |
“La tradición de la torta de cumpleaños (luego de ser observada
durante breve tiempo en la antigua Grecia) resurgió
entre los campesinos alemanes en la Edad Media, a través de un nuevo tipo de
celebración, una Kinderfest, ofrecida específicamente a un niño o niña (Kind).
Una Kinderfest
comenzaba al amanecer. El niño agasajado era despertado por la llegada de un
pastel coronado con velas encendidas. Estas velas se cambiaban y se mantenían
encendidas durante todo el día, hasta que, después del ágape familiar, se comía
el pastel. El número de velas era igual al de los años que cumplía el niño, más
una, que representaba la «luz de la vida».
Los alemanes el Volga conservaron esta tradición aunque sin tanta pompa
ni lujo; festejaban el cumpleaños del
niño de una manera más discreta, práctica y realista: el pequeño no tenía torta
ni celebración de cumpleaños pero recibía un regalo, tal vez una prenda de
vestir, un par de zapatos nuevos, o algo por el estilo. Nada de derroches ni
obsequios vanos. Todo obsequio debía tener su utilidad”.
Surgió entre los campesinos alemanes
en la Edad Media, a través de una Kinderfeste (fiesta de cumpleaños), ofrecida
específicamente a un niño o niña (Kind).
En cierto modo, esto señaló el inicio
de las fiestas infantiles de cumpleaños, y en muchos aspectos un niño alemán
del siglo XIII recibía más atenciones y honores que sus coetáneos de los
tiempos modernos. Una Kinderfeste comenzaba al amanecer. El niño agasajado era
despertado por la llegada de un pastel coronado con velas encendidas. Estas
velas se cambiaban y se mantenían encendidas durante todo el día, hasta que,
después del ágape familiar, se despachaba el pastel. El número de velas era
igual al de los años que cumplía el niño, más una, que representaba la «luz de
la vida».
La creencia en que una vela simboliza
la vida se encuentra a través de toda la historia. Macbeth habla de la vida
como una «breve candela», y el proverbio advierte contra «quemar la vela por
ambos cabos».
El niño o niña en su fiesta de
cumpleaños recibía también regalos y seleccionaba el menú para el banquete
familiar, pidiendo sus platos predilectos. Nuestra costumbre de pensar un deseo
y soplar las velas procede también de la Kinderfeste alemana. Las velas de
cumpleaños debían apagarse con un sólo soplido, y el deseo, en caso de
convertirse en realidad, debía mantenerse en secreto.
El folklore de la fiesta de
cumpleaños alemana tenía otra costumbre que ya no se observa hoy: El Hombre del
Cumpleaños, era un gnomo barbudo que hacía unos obsequios adicionales a los niños
que se habían comportado bien. Aunque este personaje nunca alcanzó la categoría
de un Papá Noel, a principios del siglo XX aún se vendían en Alemania muñecos
que lo representaban.
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Costumbre que, para muchos alemanes del Volga, reemplazaba a la fiesta de día de cumpleaños
Celebrar el Santo
Antiguamente los alemanes del Volga también
tenían por costumbre celebrar el día de su santo. Pero… ¿Qué significaba para
un habitante de los pueblos alemanes celebrar el día de su santo?
Entre los alemanes del Volga se convirtió en norma
y necesidad que todo cristiano, desde el momento en que se bautizaba, contase
con un santo que hiciese de mediador entre él y Dios, que intercediese y que
velase por él. Y la forma de comprometer al santo con el nuevo bautizado, era
que éste llevase su nombre.
Por lo que al momento de elegir el nombre del recién nacido se tenía en cuenta
el Santoral de la Iglesia. Es decir, se tomaba el nombre que correspondía a la
fecha del nacimiento de acuerdo a esta lista.
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