Una docena de pepinos, sal gruesa, eneldo
(Dül), alguna hoja de parra, un recipiente con agua. Después a esperar unos
días. ¡Y ya están listos para comer –dice la abuela Berta- los pepinos en
conserva! Una tradición familiar que es tan antigua como el origen mismo del
apellido de la familia. Son ricos, sabrosos, salados –revelan los nietos a sus
padres que también los degustan en las calurosas tardes de veranos, como lo
hicieron sus antepasados y como seguramente lo continuarán haciendo sus
descendientes.
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