
Todavía se conservan algunos
testimonios de esas primeras épocas, como por ejemplo un breve manuscrito que
el Schulmeister José Gottfried encontró en la iglesia local. Se lee allí que:
"Duros fueron los primeros tiempos, nos decían nuestros abuelos (...)
primero el idioma (...) los pajonales (sic), no se divisaba más que unos metros
y el poco tiempo transcurrido de la conquista de (sic) desierto siempre
quedaban algunos indios los hombres (que) tenían que (ir) a sus chacras a
trabajar (ilegible. Quizá: "les temían").
Con mejor sintaxis pero con datos
parecidos, informa a su vez esta otra reseña:
“Llegaron hasta un lugar llamado San Jacinto. Lo único que respondía a
ese nombre eran los pajonales, donde los patriarcas permanecieron unos dos
años, debiendo organizar continuamente guardias, armados con implementos
antediluvianos para defenderse de los malones indios."
De cualquier forma, los rastros de esta
primera fundación prácticamente se han perdido.
“A raíz de algunos conflictos suscitados
con otro grupo de colonos, en este caso franceses establecidos en la zona
acogida por la misma ley de colonización, los alemanes solicitaron y obtuvieron
el permiso para trasladarse a un kilómetro de distancia”, escribe Olga Weyne.
Acordado este permiso, desmontaron todas
las viviendas para trasladarlas al nuevo destino, al cual llegaron pocos días
después nuevos emigrantes del Volga en cantidad bastante apreciable.
Así quedó fijado el lugar definitivo de colonia
Hinojo.
Como las familias estaban formadas por
personas todavía jóvenes y los hijos eran numerosos, tanto los hombres como
las mujeres, al principio, tuvieron que realizar tareas sumamente agobiadoras,
no sólo en la casa sino también en el campo. Uno de los más jóvenes principiantes,
el primer año, contra viento y marea pudo sembrar de cuatro a cinco hectáreas;
el segundo año anduvo mejor y llegó a las 14 hectáreas.
Después de fundarse la colonia de
Hinojo, se desplazó otra corriente inmigratoria desde el Volga y unas veinte
familias fundaron la colonia Nievas, llamada también Holtzen. El cielo los
favoreció y, obteniendo buenas cosechas en los años siguientes, pudieron
acomodarse bien. La producción abundante de la hacienda sumó nuevos ingresos,
que fortalecieron la economía que ya tomaba bases sólidas.
Estas circunstancias estimularon su
progreso y dos años más tarde se fundó colonia San Miguel.
Los colonos orientaron sus actividades
hacia las dos ramas fundamentales del campo: agricultura y ganadería. Las
chacras de las tres colonias contaban con pasto muy bueno para la hacienda. Ese
fue un factor de peso para que algunos se consagraran con preferencia a lo
último, por lo cual podía observarse chacras que contaban hasta con mil y dos
mil cabezas de animales, entre vacunos, lanares y equinos.
(Para más información pueden adquirir el libro “Historia
de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior, de dónde fueron
tomados estos datos).
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