Rescata

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sábado, 6 de junio de 2020

Palabras en memoria de los antiguos relojes despertadores

Estos relojes estuvieron al lado de las camas o sobre algunos de los aparadores de los hogares de las cocinas durante muchas décadas, marcando, con su tic tac, no solamente el paso de las horas sino también enmarcando el devenir cotidiano de las tareas diarias.
Había hogares en los que había dos, uno en la cocina y otro en la habitación, del lado de la cama en la que se acostaba el dueño de casa, y otro en la cocina, sobre algún mueble, que compartía toda la familia.
En otros hogares solamente había uno, que de día estaba en la cocina y de noche, en la pieza, pasando a cumplir la tarea de reloj despertador. Durante el día prestaba servicios a la ama de casa, que lo usaba para controlar los horarios de la rutina familiar, las comidas, desayunos, cenas y almuerzos y otros menesteres culinarios.
Y finalmente, también había casas de familia, en donde no existía ninguno. Porque este tipo de reloj despertador era un bien caro y, por lo tanto, preciado. Hubo épocas en las que era casi imposible que una familia pudiera pensar en tener aunque más no sea uno. Tal vez, unos pocos, tuvieran la suerte de poder adquirir uno usado.
Los que no tenían reloj, porque no podían adquirirlo, y tampoco poseían el clásico y tradicional reloj de pared, que era considerado una importante herencia familiar, se guiaban con el toque de campanas de la torre de la iglesia, como en los viejos tiempos.
Nuestros abuelos atesoran miles de recuerdos que tienen como protagonistas centrales a estos antiguos relojes despertadores. Todo un símbolo de una época que en la actualidad forma parte de nuestra historia, al igual que todos los momentos extraordinarios que rescato en mi libro "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga".
Cada uno de estos viejos relojes guarda en sus almas, el recuerdo vivo de sus dueños y de las familias en las casas en las que estuvieron durante años, compartiendo sueños y esperanzas, tristezas y alegrías.
Sepamos ver en ellos el recuerdo de muchos seres queridos que hoy ya no están pero que nos regalaron muchas horas felices de sus vidas y nos llenaron el alma de enseñanzas y ejemplos de vida. (Autor: Julio César Melchior).

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