Aún veo a la abuela levantándose al alba, ataviada con su vestido negro, su pañuelo, también negro, sobre la cabeza, tomando su biblia y su rosario, para dirigirse a la iglesia, mientras escucho el llamado de las campanas. La veo yendo al cementerio a visitar a sus muertos, llevando un frasquito con agua bendita, para mojar sus tumbas y rezar una oración por sus almas. La recuerdo, por las noches, recorriendo la casa arrojando agua bendita, habitación por habitación, para espantar los malos espíritus. La veo sentada junto a la ventana, en los atardeceres, rezando sus oraciones. La veo y la escucho hablando en alemán. Todo eso y mucho más en mi libro "La vida privada de la mujer alemana del Volga". (Para mas información escribir a juliomelchior@hotmail.com).
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