Rescata

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lunes, 28 de septiembre de 2020

La abuela le enseña a su nieta a preparar la receta de Kreppel

-Y ahora vamos a preparar Kreppel -le dijo la abuela a su nieta Marilina comenzando a limpiar la mesa con el trapo rejilla. Mientras yo le introduzco más astillas a la cocina a leña para que vaya tomando temperatura -agregó-, vos andá a la despensa a buscar harina, azúcar, huevos, aceite, crema, leche cortada…
-Leche cuajada - la corrigió su nieta.
-Para mí siempre fue leche cortada y en alemán dickimilch -sostuvo la abuela- y no le voy a cambiar el nombre a esta altura de mi vida. No te parece, mi amor?
Marilina no dijo nada. Se quedó en silencio, pensativa, yendo y viniendo de la despensa, trayendo los ingredientes que le iba solicitando la abuela.
-Sabés qué, abuela? -dijo Marilina poniendo los huevos y la harina sobre la larga mesa de madera, alrededor de la cual crecieron sus bisabuelos, abuelos y padres y tíos. Una mesa que fue pasando de generación en generación y durante años estuvo en la familia.
-¿Qué, querida? -preguntó la abuela empezando a elaborar la masa. Antes que me digas lo que querés decirme, no te olvides del palo de amasar.
Marilina regresó a la despensa para buscar el palote.
-Te quería contar, abuela -dijo Marilina, que ayer compré un libro que se llama "La gastronomía de los alemanes del Volga", que trae más de ciento cincuenta recetas…
-Sí -interrumpió la abuela. Lo conozco. Es de Julio César Melchior. Me vino a visitar cuando estaba reuniendo material.
-En serio, abuela?
-Sí! Es verdad, querida. Hay una receta que es de mis ancestros. Mis abuelos la trajeron del Volga.
-En serio? -volvió a repetir sorprendida la nieta. Y cuál es, abuela?
-Mirá el libro, leelo, y fijate si la encontrás -sonrió la abuela.
-Eso es imposible. No vale, abuela.
-Pone la sartén sobre la cocina a leña y echale abundante aceite. A mi me gusta freír los Kreppel con grasa pero esta semana no conseguí. Así que no me queda más remedio que hacerlos en aceite.
-No me vas a decir, abuela? -insistió Marilina.
-No sé, no sé! Lo voy a pensar -volvió sonreír la abuela. Primero terminemos de elaborar los Kreppel. Después nos sentamos a comerlos calentitos, mientras tomamos unos ricos mates, y te cuento lo que quieras. Sí? De acuerdo?
-Si no me queda más remedio -se resignó Marilina, aprestándose a tirar el primer Kreppel dentro del aceite caliente. (Autor: Julio César Melchior).

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