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miércoles, 28 de octubre de 2020

Historia de los juntadores de maíz alemanes del Volga

Hace muchos años existía una tarea rural muy sacrificada para los alemanes del Volga: der "Belschkanpreger" (el cosechero o juntador de maíz a mano), que desapareció cuando empezaron a surgir las primeras cosechadoras con plataforma maicera. De esta tarea anual, que comenzaba a finales de marzo y se prolongaba durante varios meses, participaba toda la familia. Los mayores de Pueblo Santa María aún recuerdan con nostalgia cómo partían caravanas de más de diez carros a "juntar maíz". Los niños dejaban la escuela pendiente hasta su regreso. Las casas se cerraban con llave y toda la familia se hacía al camino, siguiendo el derrotero de la cosecha de maíz. La mayoría recorría varias zonas y partidos del país, yendo de estancia en estancia. Durmiendo debajo de los carros, que se estacionaban a la intemperie, cerrando sus costados con las mismas chalas de maíz o chapas o lonas, formando una especie de dormitorio. La comida se cocinaba sobre un fogón. Eso significaba pasar frío, a veces, demasiado. Sobre todo cuando se producían heladas muy fuertes. También sucedía que en el trayecto nacieran niños o murieran integrantes del grupo familiar.
Don Miguel Lambrecht cuenta que "los juntadores de maíz usaban un cinto de tela de bolsa de arpillera, con ganchos para sostener la maleta de lona de dos metros de largo, como se llamaba a la bolsa donde se arrojaba el choclo que se cortaba de las plantas de maíz. La maleta se llevaba entre las piernas. Cuando una maleta se llenaba podía llegar a pesar unos 30 kilos -afirma.
"Después -continúa don Miguel-, se cargaban en una chata para llevarlas hasta la troja, hecha con cañas y chala de maíz.
"Para desprender el choclo de la planta se usaba una aguja y un montador para no lastimarse demasiado los dedos y las manos. Había que ser rápido para cortar y tirar dentro de la maleta el choclo porque cuánto más bolsas llenabas por día, más ganabas. Era un trabajo duro pero, una vez que te acostumbrabas, no había problema.
"Salíamos en carro de la colonia -agrega don Miguel-. Toda mi familia: mi esposa, mis hijos y mis suegros, con algún cuñado. Íbamos en caravana de muchos carros. A veces, llegábamos hasta alguna estancia cerca de la Capital.
"Era un trabajo hermoso. La alegría de estar todos juntos. Fue una época maravillosa de mi vida" -sostiene con nostalgia don Miguel. (Autor: Julio César Melchior).
(Más historias en mis libros "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga", "La vida privada de la mujer alemana del Volga", "La infancia de los alemanes del Volga" y "La gastronomía de los alemanes del Volga". Para más información enviar WhatsApp al 01122977044).

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