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lunes, 4 de octubre de 2021

El ingenio culinario de nuestras madres

Las familias humildes que vivían en casas de adobe, generalmente, de alrededor de diez o más hijos, de los cuales unos pocos asistían a la escuela y la mayoría trabajaba para ayudar a sustentar la economía familiar, realizando trabajos en las herrerías, carpinterías o en los campos cercanos de la colonia o aldea, tenía que recurrir a mil y un ingenios para mantener a tantas personas. No era fácil sobrevivir en una época en que si bien había muchos puestos de trabajo disponibles, lo que se pagaba era muy poco o casi nada. Las mujeres muchas veces eran contratadas como sirvientas, desde muy pequeñas, solamente por la comida, sin recibir ninguna paga a cambio por el trabajo que tenían que realizar, que generalmente, era el de una ama de casa, desde lavar y planchar hasta cocinar y cuidar niños. Lo mismo sucedía con las mujeres si acompañaban a sus maridos cuando eran contratados para trabajar en el campo: el marido recibía un sueldo mensual pero la mujer no recibía nada, por más que tuviera que trabajar a la par de él o hacer de cocinera para alimentar alrededor de ocho peones. Lo mismo sucedía, muchas veces, con los niños que se contrataban para trabajar desde muy pequeños, la mayoría de las veces, desde los nueve años. Y vaya! Si los patrones los aprovechaban y les hacían hacer duros trabajos, de personas mayores, haciéndolos trabajar con la pala y arrastrar grandes baldes de agua para regar las huertas.
Esas mismas familias humildes que vivían en dignas casas de adobe, en muchas ocasiones tenían que recurrir a ingeniosas estrategias para alimentarse que solamente sabían y conocían las madres que, con profunda sabiduría y sapiencia, aprovechaban la harina para preparar una variedad de platos, todos totalmente diferentes en aromas y sabores, que hoy sorprendería a más de un Chef Internacional. Tan es así que, por ejemplo, los almuerzos solían ser de Kleis, Wickelnudel, Truckenudel, Kraut und Prai, Kartofels Krepellier, entre otras. Y las meriendas de mate cocido o té con leche con Kreppel, Der Kreppel, Dünnekuche, Brott, Kalach, etc. Y durante las noches también las madres hacían uso de sus conocimientos, conocimientos que no extraían de ningún libro ni de ningún papel escrito, todo lo llevaban registrado en su mente y que era un conocimiento que pasaba de generación en generación, desde hacía siglos. Así es como en las noches con mucho amor, les servían a sus hijos como cena mate cocido o té con leche con riquísimos Flosch Kreppel, que elaboraban especialmente para esa hora, a la luz del farol a kerosene.
Todas las comidas mencionadas se rescatan en el libro "La gastronomía de los alemanes del Volga" junto a mas de 150 recetas típicas tradicionales. Para más información comunicarse al correo electrónico: bloghilandorecuerdos@gmail.com.

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