Se denomina Kerb a la celebración comunitaria de
carácter anual que se realiza en honor al santo patrono de una localidad, que
se divide en dos fiestas bien definidas: una netamente religiosa, que se lleva
a cabo el día en que se conmemora la entronización de la iglesia en honor al
santo patrono, con misas, novenas y la procesión central, donde la imagen
sagrada es paseada por las calles, en medio de oraciones y cánticos, en el caso
de Pueblo San José el 1 de mayo día de San José Obrero; y la otra, que se
desarrolla el fin de semana siguiente, con multitudinarios eventos sociales, y
que antiguamente se iniciaba el jueves y concluía el lunes, en que se iba en
procesión al cementerio a rendir homenaje a los colonos fallecidos. Las fiestas
Kerb aunaban una profunda expresión religiosa con una vibrante celebración
secular y festiva, que transformaba la vida cotidiana en una celebración
colectiva.
Entre estas tareas sobresalen algunas que en sí
mismas representan una curiosidad. Como el blanquear las paredes de las
viviendas para embellecerlas e imprimirles un matiz más entrañable y acogedor
mediante la utilización de colores y texturas que sugieren la obediencia a un
canon preestablecido por la tradición: las superficies de muros de las casas de
adobe eran blanqueadas con cal viva apagada o, mejor aún, con el residuo del
carburo cálcico de los equipos de soldadura autógena. En las paredes
interiores se ponía de manifiesto la gran creatividad de las abuelas alemanas
del Volga, porque para hacer más decorativo y alegre el ambiente se tomaban
ovillitos de lana destejida y se las mojaba en agua azul teñida con tintura
para la ropa, y se las estampaba sobre las paredes.
También se limpiaban y acondicionaban las viviendas
que poseían sus ladrillos exteriores a la vista, que pertenecían a familias más
acomodadas: los techos de chapa se pintaban de color rojo y las puertas,
ventanas y postigos de verde, por lo que la imagen que ofrecían las
colonias desde lejos eran las de unas pequeñas aldeas campesinas, de casitas
muy blancas y techos rojos, agrupadas como un rebaño a la sombra de la torre de
la iglesia en la ondulante sinfonía de verdes, azules y amarillos de la
campiña pampeana en primavera, que hacía recordar a una vieja estampa europea.
Con el correr de los días, y a una semana de los
festejos, que generalmente solían empezar los jueves y concluía los lunes, las
aldeas paulatinamente multiplicaban su población, ya que comenzaban a llegar
familiares de diversos rincones del país adonde habían emigrado en busca de
trabajo. Siendo esta una de las pocas ocasiones, sino la única, en que todos se
volvían a reunir en la casa donde nacieron.
Los había que llegaban en tren, otros en carros
tirados por caballos, haciendo un recorrido de cientos de kilómetros, en viajes
que podían llegar a prolongarse hasta dos días, cargando bultos de ropa,
frazadas y mantas y, por supuesto, alimentos (corderos, lechones, chorizos,
entre otros) para colaborar en la economía hogareña mientras durara su estadía.
Al igual que en los hogares, el espíritu festivo transformaba la aldea. La iglesia se vestía de fiesta, con grandes y vistosos arreglos florales en el altar, que se cubría con manteles más elaborados, en los púlpitos y en otros lugares destacados del templo, se encendían más velas que las habituales y se colocaban estandartes y guirnaldas.
Al igual que en los hogares, el espíritu festivo transformaba la aldea. La iglesia se vestía de fiesta, con grandes y vistosos arreglos florales en el altar, que se cubría con manteles más elaborados, en los púlpitos y en otros lugares destacados del templo, se encendían más velas que las habituales y se colocaban estandartes y guirnaldas.
Lo mismo sucedía en las escuelas parroquiales donde
las hermanas religiosas se esmeraban por adornar las aulas, los pasillos y los
patios con banderines de colores y organizaban todo tipo de eventos, desde
quermeses hasta obras de teatro.
Las calles se engalanaban con adornos coloridos,
mientras la música resonaba en el ambiente, desde grabaciones nostálgicas hasta
las actuaciones en vivo de orquestas. Las instituciones y familias organizaban
tertulias y bailes, creando espacios de sociabilidad y alegría, en un ambiente
de fiesta que trascendía lo puramente religioso, convirtiéndose en un elemento
central de la identidad comunitaria, fortaleciendo los lazos sociales y el
sentido de pertenencia.
El domingo, después de asistir a misa para rendir
homenaje al Santo Patrono, la familia completa se congregaba alrededor de la mesa
paterna para compartir un suculento almuerzo, consistente en asado al horno con
papas, Füllsen, entre otras delicias que se cocinaban en el horno de barro. La
sobremesa se prolongaba con bulliciosas conversaciones, en la que todos querían
hablar con todos, compartiendo las novedades, luego de no verse durante meses o
tal vez años, en la que no faltaba la música, el canto y el baile y a la hora
de la merienda, se servía el tradicional Dünne Kuchen acompañado de mate o
cerveza.
Los lunes, que eran feriados, por la mañana los
feligreses iban en procesión al cementerio a rendir homenaje a los habitantes
fallecidos, y por la tarde continuaban la kermesse y otros eventos organizados
para ese día, como la tertulia que comenzaba al atardecer, poniendo así punto
final a las fiestas Kerb.
Pueblo San José está ubicado en el partido de
Coronel Suárez, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Las fotografías que acompañan la
historia son gentileza de Oscar Ferreyra
Julio César Melchior lleva más de 30
años dedicados a rescatar, revalorizar y difundir la historia y cultura de los alemanes del Volga. En
la actualidad tiene disponibles tres títulos sobre los alemanes del Volga: “Lo
que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, en el que rescata la
historia y las antiguas tradiciones y costumbres de los pueblos alemanes, “La
infancia de los alemanes del Volga”, en el que reconstruye cómo era la niñez en
las colonias, y “La gastronomía de los alemanes del Volga”, en el que rescata
más de 150 recetas tradicionales. Para adquirir los libros pueden comunicarse a
juliomelchior@hotmail.com o al WhatsApp 2926 461373. También pueden
visitar su blog: www.hilandorecuerdos.blogspot
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