“Del latín,
'cuerpo de Cristo': fiesta de la
Iglesia católica apostólica romana que honra la presencia de
Cristo en el sacramento de la eucaristía, establecida en 1264 por el Papa
Urbano IV. La fiesta se celebra en las
colonias el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad ,
que, a su vez, depende de la fecha de la Semana Santa ”.
Libro religioso de los alemanes
del Volga
Cuerpo de
Cristo
La fiesta de
Corpus Christi se comenzó a celebrar en Lieja en el siglo XIII, como resultado
de las maravillosas visiones de Sor Juliana de Monte Cornillon. El Papa Urbano
IV la estableció universalmente en 1264 y fijada en el calendario el jueves
siguiente al domingo de Trinidad. Después se le asignó una Octava y una
Procesión solemne declarándosela fiesta de precepto, igualándola a las más
clásicas del año eclesiástico.
Para celebrar
dignamente tan alto misterio como es la Sagrada Euca ristía, Santo Tomás de Aquino compuso
el Oficio y la música. Notables son los himnos "Pange Lingua", sobre
todo sus dos últimas estrofas “Tantum Ergo” y “Genitori Genitoque" y "Lauda
Sion", que era un verdadero poema teológico de la Eucaristía , donde en
forma rítmica y eminentemente sencilla expresó toda la delicada doctrina
eucarístíca, hermanando la claridad con la profundidad y la simplicidad con
el lirismo.
Los alemanes del
Volga desplegaban sus galas y se deshacían en cánticos y alabanzas a la divina
Eucaristía. Y no bastándole el recinto del templo ni la quietud del santuario,
se derramaron por las calles y plazas de las colonias en devota y bulliciosa
procesión, paseando en artísticas custodias y bajo el palio el Rey de Reyes,
encerrado en la Hostia
consagrada.
¡Paso al Sumo
Sacramento! ¡Para El las flores, para El los cánticos, para El los repiques de
las campanas, para El las salvas de las escopetas!
Kapeller
Para la fiesta
de Corpus Christi, los alemanes del Volga desplegaban sus galas en la
ornamentación de Kapeller: cuatro capillitas construidas dentro del patio de la
iglesia, cada una de las cuales ocupaba estratégicamente un punto cardinal,
como asimismo estaban al cuidado y la protección de un barrio que para esa
fecha trascendente se encargaba de adornarlo. Die Kapeller putzen, que así se
llama la maestría de adornar las capillitas, era todo un arte, puesto que se
ponía enorme creatividad en ello y un gran esmero, que se traducía en una
ostentación fuera de lo común. Para ello se utilizaban las más finas sedas de
brocato para revestir las paredes interiores y bellas perlas de vidrio de todos
los colores. También se utilizan imágenes para realzar la religiosidad del
ambiente. Mientras que en el centro se colocaba un altar con un mantel bordado
con letras y motivos religiosos en oro.
Y para el día
de Corpus Christi la feligresía, en procesión, abandonaba la iglesia
acompañando al párroco, acompañado por otros dos sacerdotes que presidían el
grupo humano llevando en alto el Monstranz (Sagrada Custodia). Los sacerdotes
marchaban bajo la protección del palio. Delante de la comitiva caminaba un
importante número de monaguillos que, al son armónico de campanillas que hacían
sonar, a su vez eran precedidos por un conjunto de unas cincuenta niñas
vestidas de angelitos, llevando canastillas llenas de pétalos o papelitos de
colores, que arrojaban al aire, tapizando el camino que iba a transitar la
procesión.
Detrás de todo
este glorioso cortejo, estaban los escolares con sus pulcros guardapolvos
blancos y la multitud de fieles: participando devotamente de la fiesta
religiosa.
A medida que
la procesión llegaba a los Kapeller, el sacerdote ingresaba a los mismos, y
depositaba el Monstranz sobre el altar; tomaba en sus manos el Evangelio y
comenzaba a leer una lectura ya preestablecida y que año a año se repetía en el
mismo lugar. Los procesionantes entonaban con devoción el Tantum ergo.
Seguidamente, y con profunda solemnidad, el párroco tomaba el Monstranz y
levantándolo en alto, impartía la bendición.
Este acto litúrgico se reiteraba en los cuatro Kapeller.
Finalizadas las ceremonias, la procesión ingresaba a la iglesia, donde se
oficiaba una misa, dando por concluida la sagrada fiesta de Corpus Christi.