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sábado, 7 de julio de 2012

Los “alemanes bonaerenses” que dejaron huellas para el futuro

 Fuente: doctora Irene Maier (CIC)

En sus pueblos originales habitaban cerca del río Volga. Y al llegar a nuestra Provincia, a fines del siglo XIX, dejaron un legado de construcciones, tradiciones y costumbres que ahora son estudiadas por investigadores platenses. 

Nuevos centros de atracción turística se están gestando en pequeños pueblos de la provincia de Buenos Aires, de características urbanísticas y arquitectónicas muy originales. Estas poblaciones fueron fundadas por los inmigrantes llamados “alemanes del Volga”, entre 1878 y las primeras décadas del siglo XX. En ellas se conservan aún muchas antiguas viviendas y también se preservan las tradiciones y una herencia familiar de sabrosas recetas de cocina.
Sus fundadores eran descendientes de alemanes que emigraron a Rusia en la década de 1760, convocados por la zarina Catalina II, para colonizar tierras cercanas al río Volga. Muchas familias de este origen se trasladaron a la Argentina a partir de 1877 (amparadas por la ley de colonización e inmigración dictada por el presidente Nicolás Avellaneda), y transplantaron a nuestro país las características de sus aldeas y viviendas en Rusia.
Las primeras aldeas bonaerenses de los alemanes del Volga se construyeron en el partido de Olavarría. Ellas son Hinojo (1878), Nievas (1879) y San Miguel (1881). La colonización se extendió después a otros partidos: en Coronel Suárez están las aldeas de Santa Trinidad (1886), San José (1887) y Santa María (1887), en Puán la de Santa Rosa (1902) y en Adolfo Alsina la de San Miguel Arcángel (1903).

LA INVESTIGACION PLATENSE

La arquitecta y magíster en integración latinoamericana Cristina Vitalone, investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC), dirigió un estudio de los bienes y valores urbanos y arquitectónicos que permanecen en las aldeas bonaerenses fundadas por los “Alemanes del Volga”.
Estos poblados aún mantienen rasgos de un trazado urbano diferente del modelo de manzanas en cuadrícula con una plaza central, o de urbanizaciones en torno de estaciones de ferrocarril, tan característicos de los pequeños pueblos bonaerenses.
El estudio fue realizado por el Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT), por iniciativa del Centro Argentino Cultural Wolgadeutsche (descendientes de Alemanes del Volga). “Sus antepasados dividieron el territorio que les asignaron en parcelas alineadas, una junto a otra, a lo largo de una ancha calle principal”, explica Vitalone. “Ellos levantaron su iglesia y cerca de ella la escuela, los dos edificios más significativos de la comunidad. No proyectaron una plaza central principal, pero en torno a cada iglesia se dejó un amplio espacio abierto, que se constituyó en sitio de reunión de los pobladores”.
“Las viviendas, en su mayoría de ladrillos, son originariamente bloques rectangulares, paralelos a la calle. Están cubiertas por un techo de chapa a dos aguas y debajo de él hay un entretecho para almacenamiento, ventilado por pequeñas aberturas en cada uno de los muros laterales. Las casas son muy similares entre sí, aunque difieren en detalles como el trabajo artesanal de las aberturas de puertas y ventanas. Algunas ventanas tienen forma de ojivas al estilo ruso”, describe la investigadora.
Al edificio inicial se iban agregando habitaciones perpendiculares a uno de los extremos. Esto da a la casa una forma de “L”, que enmarca dos lados de un patio interior. Las habitaciones que dan al patio tienen galerías techadas, con bordes decorados con festones de chapa o de madera tallada. Otra característica es que estas casas no tienen puertas que den a la calle, y sólo se accede a ellas desde el patio interior. Más atrás se levantaban construcciones auxiliares, que incluían la letrina, galpones y establos. Al fondo se extendía el huerto, donde se cultivaban vegetales y árboles frutales.

CONSERVANDO EL PATRIMONIO EDILICIO

Los investigadores locales realizaron un relevamiento urbanístico y arquitectónico en ocho aldeas volguenses de la Provincia y un registro fotográfico de las viviendas típicas sobrevivientes. También colaboraron con descendientes de los inmigrantes para elaborar un “cuestionario de valoración” de cada poblado y las “hojas de vida” de las viviendas. Así recogieron sus memorias y reconstruyeron las historias de las casas: fechas de construcción, materiales empleados, quiénes las hicieron, familias que las habitaron, sus usos originales y actuales y qué modificaciones tuvieron a lo largo de los años.
Este ejercicio ayudó a reconstruir los lazos entre las comunidades y su legado arquitectónico y surgieron diversas iniciativas para ayudar a conservar el patrimonio original de los poblados. En una primera etapa el LEMIT ha relevado los deterioros que presentan las iglesias de Nievas y de San José y algunas casas volguenses. También hay proyectos para promover el turismo a las aldeas. Estos incluyen la restauración de antiguas viviendas y la puesta en marcha de microemprendimientos basados en la gastronomía típica y en productos tradicionales de los inmigrantes Alemanes del Volga.