Fuente: doctora Irene
Maier (CIC)
En sus pueblos originales habitaban
cerca del río Volga. Y al llegar a nuestra Provincia, a fines del siglo XIX,
dejaron un legado de construcciones, tradiciones y costumbres que ahora son
estudiadas por investigadores platenses.
Nuevos centros de atracción turística se están gestando en pequeños pueblos
de la provincia de Buenos Aires, de características urbanísticas y
arquitectónicas muy originales. Estas poblaciones fueron fundadas por los
inmigrantes llamados “alemanes del Volga”, entre 1878 y las primeras décadas
del siglo XX. En ellas se conservan aún muchas antiguas viviendas y también se
preservan las tradiciones y una herencia familiar de sabrosas recetas de
cocina.
Sus fundadores eran descendientes de alemanes que emigraron a Rusia en la
década de 1760, convocados por la zarina Catalina II, para colonizar tierras
cercanas al río Volga. Muchas familias de este origen se trasladaron a la
Argentina a partir de 1877 (amparadas por la ley de colonización e inmigración
dictada por el presidente Nicolás Avellaneda), y transplantaron a nuestro país
las características de sus aldeas y viviendas en Rusia.
Las primeras aldeas bonaerenses de los alemanes del Volga se construyeron en
el partido de Olavarría. Ellas son Hinojo (1878), Nievas (1879) y San Miguel
(1881). La colonización se extendió después a otros partidos: en Coronel Suárez
están las aldeas de Santa Trinidad (1886), San José (1887) y Santa María
(1887), en Puán la de Santa Rosa (1902) y en Adolfo Alsina la de San Miguel
Arcángel (1903).
LA INVESTIGACION PLATENSE
La arquitecta y magíster en integración latinoamericana Cristina Vitalone,
investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de
Buenos Aires (CIC), dirigió un estudio de los bienes y valores urbanos y
arquitectónicos que permanecen en las aldeas bonaerenses fundadas por los
“Alemanes del Volga”.
Estos poblados aún mantienen rasgos de un trazado urbano diferente del
modelo de manzanas en cuadrícula con una plaza central, o de urbanizaciones en
torno de estaciones de ferrocarril, tan característicos de los pequeños pueblos
bonaerenses.
El estudio fue realizado por el Laboratorio de Entrenamiento
Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT), por iniciativa
del Centro Argentino Cultural Wolgadeutsche (descendientes de Alemanes del
Volga). “Sus antepasados dividieron el territorio que les asignaron en parcelas
alineadas, una junto a otra, a lo largo de una ancha calle principal”, explica
Vitalone. “Ellos levantaron su iglesia y cerca de ella la escuela, los dos
edificios más significativos de la comunidad. No proyectaron una plaza central
principal, pero en torno a cada iglesia se dejó un amplio espacio abierto, que
se constituyó en sitio de reunión de los pobladores”.
“Las viviendas, en su mayoría de ladrillos, son originariamente bloques
rectangulares, paralelos a la calle. Están cubiertas por un techo de chapa a
dos aguas y debajo de él hay un entretecho para almacenamiento, ventilado por
pequeñas aberturas en cada uno de los muros laterales. Las casas son muy
similares entre sí, aunque difieren en detalles como el trabajo artesanal de
las aberturas de puertas y ventanas. Algunas ventanas tienen forma de ojivas al
estilo ruso”, describe la investigadora.
Al edificio inicial se iban agregando habitaciones perpendiculares a uno de
los extremos. Esto da a la casa una forma de “L”, que enmarca dos lados de un
patio interior. Las habitaciones que dan al patio tienen galerías techadas, con
bordes decorados con festones de chapa o de madera tallada. Otra característica
es que estas casas no tienen puertas que den a la calle, y sólo se accede a
ellas desde el patio interior. Más atrás se levantaban construcciones
auxiliares, que incluían la letrina, galpones y establos. Al fondo se extendía
el huerto, donde se cultivaban vegetales y árboles frutales.
CONSERVANDO EL PATRIMONIO EDILICIO
Los investigadores locales realizaron un relevamiento urbanístico y
arquitectónico en ocho aldeas volguenses de la Provincia y un registro
fotográfico de las viviendas típicas sobrevivientes. También colaboraron con
descendientes de los inmigrantes para elaborar un “cuestionario de valoración”
de cada poblado y las “hojas de vida” de las viviendas. Así recogieron sus
memorias y reconstruyeron las historias de las casas: fechas de construcción,
materiales empleados, quiénes las hicieron, familias que las habitaron, sus
usos originales y actuales y qué modificaciones tuvieron a lo largo de los
años.
Este ejercicio ayudó a
reconstruir los lazos entre las comunidades y su legado arquitectónico y
surgieron diversas iniciativas para ayudar a conservar el patrimonio original
de los poblados. En una primera etapa el LEMIT ha relevado los deterioros que
presentan las iglesias de Nievas y de San José y algunas casas volguenses.
También hay proyectos para promover el turismo a las aldeas. Estos incluyen la
restauración de antiguas viviendas y la puesta en marcha de
microemprendimientos basados en la gastronomía típica y en productos
tradicionales de los inmigrantes Alemanes del Volga.