La música es
la luz del alma de los inmigrantes alemanes del Volga; con ella iluminaronla Primera Comunión ,
de confirmarlos en la fe, de casarlos... y también cantaron llorando, tristes
himnos de adiós al sepultar a sus muertos.
las
oscuras noches de insomnio aguardando que naciera el sol de un mañana mejor;
alabaron al Señor con himnos milenarios; cantaron al momento de nacer sus
hijos, de bautizarlos, de impartirles
Cantaron en casamientos, en reuniones de amigos y
cientos de fiestas más. La música los acompañó en el trabajo. Glorificaron a
Dios y a la nueva patria con letras de gratitud. Cantando oficiaron misas en
acción de gracias.
Sus voces,
sus melodías, sus canciones y sus sentimientos, sobreviven en el tiempo y al
olvido. Versos y música rememoran el desgarrador exilio de Alemania, la forzada
despedida de la aldea volguense; el difícil afincamiento en la República Argentina ;
y la miseria y sufrimiento de mil infortunios, guerras, hambrunas, epidemias y
esperanzas inciertas esperando, siempre esperando el mañana mejor.
Un mañana
mejor que hallaron aquí en la Argentina, en esta tierra bendita que los recibió
con los brazos abiertos, donde fundaron aldeas, colonias y pueblos; donde
volvieron a cantar con alegría y donde volvieron a resurgir los clásicos
instrumentos y las voces melodiosas de los descendientes de los inmigrantes del
mítico y lejano Volga. Y volvieron a cantar en coro las nostálgicas y
románticas canciones de amor, de dolor, de angustia, de fe en Dios... pero esta
vez también cantaron de felicidad, una felicidad plena y total, porque, por
fin, habían encontrado su lugar en el mundo.
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