Por Jorge
Heffel
Una imagen tradicional de los pueblos alemanes: horneando delicias típicas en el famoso horno de barro. |
Recuerdo
cuando era chico que los sábados por la mañana se convertían en un placer,
lleno de olores y sabores, en la casa de mi abuela materna, doña Amalia Wagner
de Schanzenbach, quién junto a sus hijas se disponía a preparar diversas
exquisiteces para toda la semana.
Primero
les describo el lugar: una cocina típica de los volguenses, era una cocina
sencilla pero con todo lo necesario para las funciones que debía cumplir.
Una “Blit”, esa cocinita construida en ladrillos y una tapa de acero con las
hornallas de varios tamaños y alimentados a leña, donde el crujir del
“Holz” (leña) y el fuego hacían de las suyas. Un Schrank de material, sí de
ladrillos y estantes de madera con una cortina que lo cubría, que contenía todo
los necesario. Una mesa larga, sillas y la famosa “Bank” (banco) contra la
pared. Algunos sillones y no hacía falta más mobiliario.
Pero
bueno, los sábados a la mañana el ritual era la de amasar para toda la semana,
así que bien temprano empezaban con las tareas de preparar la masa y las demás cosas
para elaborar los ricos Kalatch, los Rübbelkuchen, los Kaletchen, y otras
tortas según la estación .
La
masa no se preparaba en una fuente o en un tupper como hoy lo hacemos los que
todavía conservamos esas costumbres, sino que se preparaban en el “Trouk”, una
batea de madera en el que se amasaba la masa de levadura, base para todas las
preparaciones.
Y
así, con mucho esmero y dedicación salían todos los panificados, primero los Kalach
(panes redondos y gordos), los Rübblekuchen, los Kaletschen (versiones
reducidas de los Rübblekuchen) los Äppfelkuchen (tortas de manzanas) y otras variedades
de cosas ricas, como las tortas de ciruelas, los Hochtzeits Kaletchen (unos
bollitos de pasas) etc. etc. Etc.
Todo
culminaba con un rico “Broute in Oben” (asado al horno) o los clásicos Pirok…
para el almuerzo en familia.
Y
ahora viene lo mejor y más divertido si de mi infancia se trata.
Los
más chicos a la tarde salíamos a repartir (aus thale) porciones de dichas
tortas a los tíos y tías y familias amigas, esto por supuesto significaba
lindas propinas sábado a sábado.
Una
historia vivida, una historia de mi niñez en la Aldea Protestante.
Dentro de un mes aproximadamente, se lanzará la Décima Edición del libro “La gastronomía de
los alemanes del Volga”, del escritor
Julio César Melchior. Una obra que rescata 150 recetas tradicionales. No se
lo pierda!!!
Ahhh que bueno... muchas veces hago mis comidas los sabados y me trae mas placer que hacerla otro dia... sera que viene de mi antigua familia? este relato al parecer es de Entre Rios(aldea Protestante) ya que los de la Prov. de Bs As. se caracterizaban por ser familias Catolicas. Yo desciendo de los Wagner de Olavarria/Suarez/de 1877GRACIAS POR ESTAS NOTAS
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