“Cuando murió mi
mamá mi hermano menor tenía apenas unos meses. Papá quedó viudo con diez hijos.
Nos repartieron en casa de mis abuelos, tíos, primos, dónde pudieron. Así terminados
separados –revela con tristeza. Nunca volvimos a estar juntos. Mi papá se
volvió a casar enseguida para criar a mi hermano y tuvo más hijos. A nosotros
nunca nos buscó para llevarnos con él. Nos visitaba cuando tenía tiempo. Trabajaba
mucho. A mí me crío una tía que tenía once hijos” –agrega.
“Empecé a
trabajar desde muy pequeña. Había mucho para hacer en la casa. Mucha ropa para lavar, coser, remendar. También
tenía que ayudar a cocinar y cuidar de los niños. No fue fácil” –revela. “No pude
ir a la escuela. En aquel entonces no era obligación que las mujeres
estudiaran. Había mucho trabajo para hacer.
“Tampoco tuve
tiempo para jugar. Jugaba cuando me podía escapar de la cocina” –confiesa.
“Estuve en la
casa de mi tía hasta que me casé, a los diecisiete –relata. Mi tía no quería
que me casara tan joven pero yo quería mucho a mi marido y quería irme y tener
mi propia casa y mis propios hijos” –afirma.
“A los pocos
meses quedé embarazada. En total tuve cinco hijos. Ya están todos grandes. La mayoría
son abuelos” –afirma con satisfacción.
Margarita
Weimann quedó viuda hace cinco años. Vive sola, en la casa en la que crío a sus
hijos. Tiene ochenta y siete años.
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