Rescata

WhatsApp: 011-2297 7044. Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

lunes, 17 de diciembre de 2018

“A mi casa llegó el Pelznickel” recuerda don Federico Schulmeister


“En la Nochebuena, a las doce de la noche, asistíamos al templo. Por aquellos años todos los eventos sociales como familiares y privados, tenían como eje central a la iglesia y al sacerdote. No existían las grandes comilonas de hoy en día” -recuerda Federico Schulmeister. Y agrega: “teníamos que asistir todos, desde la persona más grande hasta el niño más pequeño de la casa. No debía faltar nadie”.
“Después de la misa, regresábamos a casa. Mis padres abrían la Biblia y rezaban. Mientras los niños, entre expectantes y llenos de miedo, nos sentábamos a esperar al Pelznickel. Ni bien escuchábamos sus gritos y el ruido de su enorme cadena, la cocina se convertía en un lío de pánico. Algunos niños se metían debajo de la mesa, otros se escondían en los dormitorios y otros detrás de las faldas de los vestidos de mamá y las hermanas mayores. 
“El Pelznickel” -acota-, siempre llegaba enojado, a los gritos: 'dónde están los chicos que se portaron mal durante el año', exclamaba. Y nosotros, traviesos por naturaleza, temblábamos de miedo. 
“Nos llamaba, nos hacía arrodillar y, uno a uno, nos preguntaba cómo nos habíamos portado a lo largo del año. Y guay si mentíamos! Él lo sabía todo (porque con anterioridad nuestros padres le revelaban todas las diabluras que habíamos cometido). 
“Concluido el interrogatorio (algún niño siempre salía corriendo horrorizado por tan tremendo suplicio), nos controlaba la limpieza de las manos y las uñas y nos hacía rezar.
“Finalmente se iba a visitar otra casa de la misma manera en que había llegado: a los gritos y agitando estruendosamente su enorme y larga cadena”. (Autor: Julio César Melchior).

No hay comentarios:

Publicar un comentario