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jueves, 18 de abril de 2019

¿Se acuerdan cuando las campanas se “volaban” durante la misa del Jueves Santo en las colonias de antaño?


El Jueves Santo, como todos los otros días de la semana previos al Domingo de Pascua, era una jornada de introspección, de profundo silencio, las conversaciones se desarrollaban sin estridencias ni risas, hasta los niños estaban obligados a mantener recato en sus juegos: el pueblo entero estaba de luto.
Era día no laborable, para que todos pudieran vivir como corresponde la Semana Santa y no tener inconvenientes para asistir a misa.
La noche del Jueves Santo se conmemora la Institución de la Eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús y se rememora la agonía y oración en el Huerto de los Olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús.
En las colonias, además, tenía lugar un hecho tradicional para los alemanes del Volga: mientras se cantaba el "Gloria" todas las campanas de la iglesia empezaban a sonar al unísono, sonido que se esparcía no solamente por los cielos de la localidad sino hasta una amplia zona de influencia, dado el estruendoso clamor que generaban las tres campanas echadas a volar a la vez. Se decía que “las campanas se volaban”. Sí, se “volaban” todas. Porque desde ese instante quedaban mudas hasta la noche de la Vigilia Pascual, que se desarrolla el Sábado Santo.
Esta tradición de echar a volar las campanas, todavía continúa viva en muchas colonias de alemanes del Volga.
Para llamar a misa en los días subsiguientes se recurría a los Klapperer (matraqueros -traducción literal- o campaneros) que con sus Raschpel (matracas) anunciaban el llamado a misa reemplazando el sonido de las tres campanadas habituales. Pero eso ya es otra historia, que contaremos mañana. (Autor: Julio César Melchior).

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