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viernes, 10 de abril de 2020

Recuerdos de nuestros abuelos de cómo se vivía el Viernes Santo en tiempos idos

El Viernes Santo (Karfreitag, en la lengua de nuestros padres) era un día de lamentación para los alemanes del Volga, un día en el que no se escuchaba música ni se cantaba ni se tocaban las campanas en las iglesias porque el viernes es el día en el que se recuerda la crucifixión de Cristo. Durante esta jornada, en la que en otras culturas tradicionalmente sólo se comía pescado, entre los alemanes de las colonias, "era costumbre almorzar los típicos Kleis o la tradicional Schnitsupp mit Derkreppel y, de cena, lo que hubiera en la casa, en algunos hogares solamente un té con leche con pan", recuerda María Gottfriedt. "Sobre todo en las casas de las familias más humildes de la colonia".
"El Viernes Santa era un día de profundo ayuno y abstinencia", agrega Rosa Schmidt. "Todos comían lo justo y necesario. Y nada, absolutamente nada de carne".
"El silencio reinaba en la colonia. Casi un silencio total. Hasta los niños lo debían respetar. No se escuchaban risas. Ni juegos bulliciosos. Las conversaciones se reducían. Las ropas que las gentes vestían durante ese día eran oscuras. Nada de color. Todo era luto y dolor, por la muerte de nuestro Señor Jesucristo", agrega Pedro Lambrecht.
"Y había que asistir a la iglesia, a participar de encuentros litúrgicos, a la mañana a las nueve, a la tarde a las tres y a la noche. La iglesia siempre estaba llena, tan llena que muchas personas participaban desde la vereda. Nadie se retiraba a sus casas", concluye Agustín Denk. (Recopilación histórica realizada por Julio César Melchior).

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