
Es aquí, mi niño, en esta misma tierra en la que tú juegas hoy, adonde llegué desde el Volga, a los 15 años, desbordado de orfandad y desamparo. Buscando libertad, trabajo y un futuro. Con mis grandes baúles de madera, mis ropas anacrónicas, mi dialecto, mis costumbres, mis tradiciones, mi religión, mi Biblia. Mis creencias, mi moral, mi justicia, mi ética, mis valores.
Es aquí, mi niño, es esta misma colonia en la que tú juegas hoy, que comencé a ser hombre, a saber de los prejuicios, a comprender qué es ser pobre, a entender qué significa la humillación… A saber qué es la responsabilidad. A llevar sobre mis espaldas el peso de una familia que no había deseado tener. Y a mirar el mañana anhelando la riqueza de un presente justo que nunca alcanzaba a vislumbrar siquiera.
Es aquí, mi niño, no lejos del hogar en el que tú juegas hoy, donde me sepultaron hace 50 años.
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