Por Delia María Windholz
Señora Soledad: dime, Tú puedes,
por qué llenas mis días de tristeza,
por qué no dejas que me inunde la alegría,
por qué persigues mi ilusión y mi entereza.
Señora Soledad: ¿podrás acaso
dejarme ser feliz por un instante,
ausentarte de mi vida por un rato,
permitirle a mí ser soñar como antes?
Señora Soledad: si Tú sintieras
que tu mundo se derrumba como siento,
si vieras que tu tiempo pasa en vano,
¡Podrías entender mi sentimiento!