Por Angie Schmidt
Reconozco que
me enseñaste mucho pero aún no todo lo he aprendido.
Todos estos
años volé de tu mano, mientras tú, te tomabas el tiempo necesario para que yo
me preparara lentamente, paso a paso, sin apuro. La soledad te acompañó en tu
trabajo, sin embargo, con tu entereza y tu templanza aceptaste ese desafío y lo
cumpliste, madre, porque hoy es mi primer vuelo sin ti y puedo ¿sabes? Puedo,
porque me brindaste todo lo necesario para eso; y vuelo tan, tan segura, tan
firme, tan alegre, con tanta paz, sintiéndome feliz porque nos brindamos todo,
nos disfrutamos, nos apoyamos una en la otra en este largo vuelo que hicimos.
Te amo, madre,
y te elegiría una y mil veces más, eternamente.
Corazoncito
bueno, estarás dentro mío, sin flaquezas, sin desganos, sin rencores.