Carta que el escritor y periodista Roberto J. Payró le
escribió al escritor y poeta José León Pagano, sobre las condiciones en que
viajaban los inmigrantes europeos a la Argentina, en 1903, cuando todavía
llegaban alemanes del Volga al país, entre ellos, muchos de nuestros abuelos. Leyendo
esta carta podemos darnos una idea de todo lo que sufrieron y padecieron para
llegar a estas tierras.
A bordo del “Pelagus”,
14 de diciembre de 1903
Mi querido amigo:
Mañana, por fin, vamos a desembarcar,
con dos días de atraso, y entonces echaré al correo esta primera carta que te
escribo, todavía bajo la impresión de terribles emociones. Mi pasaje de tercera
me dio un sitio entre cuatrocientos cincuenta pobres diablos como yo, que
llenan el entrepuente convirtiéndolo en una especie de plaza de aldea en día de
mercado, pero sin aire, ni luz, ni alegría. Está rebosando de hombres, mujeres,
niños, en revuelta confusión, que hablan todos los idiomas, exhalan todos los
olores, visten todos los harapos…
No te puedes imaginar lo que una persona
medianamente educada, por mucho que sea la amplitud de su espíritu, padece en
lo físico y lo moral durante uno de estos viajes dolorosos y deprimentes. Mis
compañeros mismos, aunque en su mayoría hechos a la miseria, se sienten
rebajados de su dignidad de hombres, y se rebelan instintiva e
inconscientemente contra ello, manifestando la protesta con su irritabilidad y
mal humor.
Considérame en este hacinamiento humano,
entre multitud de mareados que en un principio aumentaban minuto por minuto,
con las apreturas, la falta de aire, el hedor, el contagio inevitable por la
excitación y luego depresión de los nervios…
En los primeros días yo no podía estar
sino en el puente, echado de bruces sobre la borda, mirando el mar, bebiendo la
buena brisa del Océano, hasta que la fatiga me obligaba a ir a acostarme abajo,
en aquellas mazmorras de madera, en que las camas parecen oscuros estantes,
para mercancías sin valor, desperdicios de humanidad. […]
Mis pobres compañeros, anónimas reses de
aquel rebaño encajonado, sufrían también, y en medio de la noche, entre
ronquidos y respiraciones anhelosas, sonaba de vez en cuando algún terno
sofocado, alguna imprecación, algún juramento. […]
Fuente:
Documentos para la historia integral argentina 3, Buenos Aires, Centro Editor
de América Latina, 1981
Debe haber sido un completo martirio, uno no toma real dimension de la tortura fisica y moral por la que tuvieron que pasar nuestros antepasados para llegar a un destino incierto , pero auspicioso para quien venia de pasar hambre y posibilidad de peligro para sus vidas, vaya nuestros respetos por todos ellos por su ferrea voluntad de progreso .
ResponderEliminarFelicitaciones Julio Cesar. Impresionante trabajo. Lastima que esto tendria que ser conocido como historia contemporánea Argentina, para conocer el pasado y no cometer los mismos errores en el futuro. Sucedio esto hace 100 años atras, y parece condenado al olvido. En mi caso, de esos detalles que revelas en esta carta se fueron a la tumba con el que padeció. No baje los brasos y lo felicito.
ResponderEliminar