El carro del abuelo duerme su sueño de
olvido recostado en la tierra mustia del pasado, esperando ser rescatado por la
memoria colectiva. Aguarda en silencio revivir las anécdotas que otrora lo
tuvieron como protagonista allá lejos en el tiempo, cuando la colonia y el
abuelo eran jóvenes y las calles eran de tierra, las casas de adobe, con paja
en los techos, y en los patios había una bomba de agua y un Nuschnick en el
fondo. También huertas de verduras, gallineros, cerdos y vacas lecheras
esperando ser ordeñadas todas las mañanas. Cuando los campos florecían de trigales
y los sueños germinaban en la tierra virgen de la pampa argentina.
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