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jueves, 24 de septiembre de 2020

Las aventuras choriceras del abuelo


Las carneadas eran épocas de mucha actividad y que disfrutaba toda la familia, amigos y allegados. Todos participaban y ayudaban con alegría y después recibían su parte de chorizos, carne, morcillas y otros menesteres. Hasta ahí todo era trabajo, asados, parrilladas, brindis con vino tinto, que venía en damajuanas de 5 y 10 litros; pero el problema venía después una vez que el chorizo, colocado en los tirantes del galponcito de chapa o en el sótano, comenzaba a secarse y estaba listo para comerse. En ese momento crucial de la historia familiar es donde entraba a jugar un papel importante la abuela, que lo tenía cortito al abuelo, porque el médico le había prohibido comer cualquier producto salado. Pero hete aquí que el abuelo tenía una viveza bárbara para pergeñar planes y siempre se terminaba hurtando algún chorizo para comerlo en secreto en algún lugar de la casa cuando la familia salía a pasear, o en la vivienda de algún amigo que aportaba el vinito. Por eso cuando algún integrante de la familia notaba que faltaba algún que otro chorizo todos los miraban al abuelo, todas las miradas inquisidoras iban hacia él, y por más que el abuelo se fuera silbando bajito y aduciendo mil y una excusas, nadie le creía. Porque no solamente se metía con el chorizo sino que a veces metía la mano también en el barril donde se guardaba el Sauerkraut o Chucrut. Y por más que el abuelo quisiera ocultar sus tropelías, lo terminaban delatando sus sendas descomposturas y el buchón del médico cada vez que la abuela lo llevaba al consultorio.
Y si hemos de ser sinceros la misma repetía el abuelo cada vez que la abuela elaboraba Dünnekuche porque siempre había uno, de los tantos que elaboraba semanalmente, a veces más de doce, que aparecía con menos Riwwel que los otros o al llegar al último Dünnekuche la abuela notaba que alguna lauchita de dos patas se había robado un pedazo. (Autor: Julio César Melchior).
Para más aventuras como estas pueden consultar mi libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga” y para preparar más de 150 recetas tradicionales mi libro “La gastronomía de los alemanes del Volga”.

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