Rescata

Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

domingo, 5 de enero de 2025

Hoy 5 de enero se cumple un nuevo aniversario de Colonia Hinojo, el primer asentamiento de alemanes del Volga en el país, que se fundó en 1878

 Los colonos buscaban un lugar donde pudieran preservar su identidad cultural, practicar su religión libremente y tener mejores oportunidades económicas. El gobierno argentino les ofreció grandes extensiones de tierra a bajo costo y les brindó la certeza de un futuro próspero y un lugar donde pudieran vivir sin las restricciones políticas, sociales y culturales que les había impuesto el Imperio Ruso. En la actualidad, el legado de estos pioneros es innegable. Su espíritu emprendedor, su fuerte ética del trabajo y su arraigo a la tierra contribuyeron significativamente al desarrollo de la región de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires. De la misma manera, como lo hicieron los varios contingentes de alemanes del Volga que llegaron posteriormente, fundando aldeas y colonias en varias provincias de Argentina.

Los colonos llegaron al país alentados por la Ley de Inmigración y Colonización sancionada en 1876 por el presidente Nicolás Avellaneda, que tenía como meta poblar el territorio, desarrollar la agricultura y la industria, y consolidar el Estado nacional, que les ofrecía la oportunidad de construir una nueva vida en un país con grandes perspectivas de desarrollo y crecimiento, donde podían preservar sus tradiciones y disfrutar de los beneficios de una sociedad libre y democrática.
Es en este marco que el 5 de enero de 1878 fundan Colonia Hinojo, que en sus orígenes llamaron Kamenka, igual que la aldea natal que habían dejado atrás, allá lejos, en una amplia región meridional del río Volga, en el Imperio Ruso, que sus ancestros habían colonizado a partir de 1763, cuando emigraron del Sacro Imperio Romano Germánico rumbo a Rusia, convocados por la zarina Catalina II, La Grande.
En 1878, el territorio de la provincia de Buenos Aires presentaba características muy distintas a las actuales. La expansión hacia el sur estaba en pleno desarrollo y las campañas militares, con todo lo que esto significaba, estaban en pleno desarrollo para extender la frontera agrícola. Y las vías de comunicación eran escasas como escasa era la infraestructura en general. La región era un vasto territorio, con un horizonte infinito y donde todo estaba por hacer.
Al respecto, existe un antiguo manuscrito que el historiador José Gottfriedt encontró revisando viejos archivos hace ya varias décadas, que relata que "duros fueron los primeros tiempos, nos decían nuestros abuelos, primero el idioma, después los pajonales, no se divisaba más que unos metros y el poco tiempo transcurrido de la conquista del desierto, aún quedaban algunos aborígenes merodeando a los hombres que tenían que ir a sus chacras a trabajar” en jornadas agotadoras, interminables, en las que tanto los hombres como las mujeres tuvieron que realizar tareas sumamente agobiadoras, no sólo en la casa sino también en el campo.
La adaptación tampoco fue sencilla. Tuvieron que enfrentar un entorno y un clima diferentes, nuevas enfermedades y adaptarse a la convivencia con otras culturas. Tarea compleja, porque a raíz de algunos conflictos suscitados con un grupo de colonos franceses establecidos en la zona, los alemanes del Volga solicitaron y obtuvieron el permiso para trasladarse a un kilómetro de distancia del primer lugar escogido para fundar la nueva localidad. Acordado el permiso, desmontaron todo y se trasladaron al nuevo destino, al cual llegaron pocos días después nuevas familias.
Poco a poco, los colonos fueron levantando sus viviendas, construyendo una iglesia y estableciendo una escuela. La comunidad creció y se fortaleció gracias al esfuerzo conjunto de sus miembros, transformando las tierras vírgenes en campos productivos, contribuyendo al desarrollo económico de la región y del país. Por lo que con el correr de los años, Colonia Hinojo se convirtió en un modelo de inmigración exitosa, demostrando que con esfuerzo y perseverancia se pueden superar los desafíos y construir una nueva vida.
Los fundadores, que llegaron junto a sus familias, fueron, entre otros: Andrés Fischer, Jorge Fischer, José Kissler, Miguel Kissler, Andrés Kissler, Pedro Pollak, José Simon, Juan Schamber, Jacobo Schwindt y Leonardo Schwindt.
Colonia Hinojo se convirtió rápidamente en un próspero centro agrícola, contribuyendo al desarrollo económico de la región, merced al esfuerzo, el trabajo y los conocimientos ancestrales en agricultura, adaptados a las condiciones del nuevo territorio, que trajeron consigo los colonos.
Además, la comunidad alemana del Volga logró mantener su identidad cultural y transmitirla a las siguientes generaciones, en diversos aspectos de la vida cotidiana: en la arquitectura, la lengua, la música, la gastronomía, las festividades, las costumbres y las tradiciones. Un legado invaluable que todavía en la actualidad se mantiene vivo.

Las fotografías son gentileza de Hugo Schwindt.

Julio César Melchior
Lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia y cultura de los alemanes del Volga. En la actualidad tiene disponible tres títulos: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”. Para más información, comunicarse a historiadorjuliomelchior@gmail.com o al WhatsApp 2926 461373. También pueden visitar su blog: www.hilandorecuerdos.blogspot.com.




miércoles, 1 de enero de 2025

El primer día del año en los pueblos alemanes de Coronel Suárez en la época de nuestros abuelos

 El primer día del año era una fiesta para los niños, porque en esa jornada se levantaban apenas amanecía para saludar a sus padres y después visitar la casa de parientes y vecinos, para desear feliz Año Nuevo, recitando poemas varias veces centenarios. Manteniendo vigente una tradición ancestral, cuyas raíces históricas se diluyen en la Edad Media. A cambio, recibían una recompensa en masitas, golosinas o un poco de dinero. Esta tradición lleva por nombre wünsche gehen (cuya traducción aproximada sería “ir de buenos deseos”).

Cada primero de enero, los niños, ni bien despertaban y luego de vestirse, se paraban frente a sus padres, para desear un feliz Año Nuevo, recitando el siguiente poema:
-Vater und Moter ich wünsch euch
ein glückseliges Neues Jahr,
langes Leben und Gesundheit,
Friede und Einigkeit,
und nach dem Tod
die ewige Glückseligkeit.
-Das wünsche mir dir euch! (1) -respondían mamá y papá, entregando masitas o golosinas (que eran un obsequio muy valorado por aquellos años) y en ocasiones, hasta un poco de dinero.
Después, los pequeños salían para desear un próspero año nuevo a familiares, vecinos y amigos, ingresando en la mayoría de las viviendas de la localidad para, al final de la jornada, reunir la mayor cantidad de obsequios, que guardaban en un Pindle, nombre que se le da al pañuelo atado en sus cuatro puntas en forma de paquete, para atesorar en su interior las masitas y golosinas que recibían. Obviamente, las familias los esperaban con alegría y los regalos preparados.
En esta ocasión, el poema que recitaban era otro:
glück und segen
auf allen Wegen!
Frieden im Haus
jahrein, jahraus!
In gesunden und kranken Tagen
kraft genung, Freud und Leid tragen!
Stets im Kasten ein stücklein Brot,
das geb’ uns gott! (2)
Al finalizar la jornada, los niños se sentían dichosos por la cantidad de cosas dulces que lograban reunir tras una larga jornada visitando tíos, abuelos y demás parientes. Además, regresaban a sus hogares con la satisfacción del deber cumplido y el corazón henchido por todo el cariño cosechado.

1.         Traducción del primer poema:
-Mamá y papá, yo les deseo
un feliz Año Nuevo,
larga vida y salud,
paz y unidad,
y después de la muerte,
la dicha eterna.
-Eso te deseamos a ti también!
2.         Traducción del segundo poema:
Felicidad y bendiciones
en todos los sentidos,
paz en la casa,
año tras año,
fuerza suficiente para soportar
los días buenos y malos!
Siempre un trozo de pan en la caja.
¡Dios nos conceda todo eso!

Julio César Melchior
Lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia, cultura, tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. Autor de once libros (uno traducido al inglés). Fundador de Periódico Cultural Hilando Recuerdos, que publicó de forma mensual durante 8 años en soporte papel y que actualmente se puede visitar en www.hilandorecuerdos.blogspot.com, con más de 4 millones de visitas. Para más información, escribir a historiadorjuliomelchior@gmail.com o al WhatsApp 2926 461373.