Rescata

Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico juliomelchior@hotmail.com

jueves, 23 de enero de 2025

Una de las tantas tareas que realizaban las mujeres en verano

 Cuenta mi madre que mi abuela y sus cinco hijas se sentaban alrededor de la mesa a pelar y quitarles el carozo a baldes y baldes de ciruelas, que cosechaban de los frutales que tenían en el fondo del patio. Lo hacían generalmente bien temprano a la mañana, con el fresco del amanecer. Y también para que no hubiera tantas moscas molestando su quehacer. A esa hora de la mañana la casa, que era de adobe, estaba fresca. Las cortinas se mantenían cerradas para que no hubiera tanta luz y el ambiente se mantuviera fresco.
Pelaban las ciruelas, les quitaban el carozo, y las arrojaban dentro de una enorme fuente. Cuando estas se llenaban, abuela la tomaba y se dirigía a la bomba para lavar las ciruelas ya peladas y descarozadas. Después regresaba a la cocina y las arrojaba dentro de una enorme cacerola con agua que estaba sobre la cocina a leña. En esa enorme cacerola se cocinaban kilos y kilos de dulce de ciruela. Tarea que llevaba sus horas y sus días. Porque no solamente se elaboraba dulce de ciruela sino también de higos, duraznos, manzanas, peras, tomates, zapallo.
Una vez cocinada y fría la preparación se trasvasaba a frascos de todos los colores y especies, que abuela y los niños lograban reunir a lo largo del año. Pidiendo aquí y allá a vecinos, familiares y amigos. De más está decir, que el que colaboraba con frascos recibía uno lleno para probar el dulce cocinado en la ocasión.
Finalizado este proceso, los frascos eran sellados y estibados en un lugar fresco y seco, generalmente un sótano o en el Schepie. Bajo el estricto control de la abuela, que mantenía un justo equilibrio y decidía cuando abrir uno, los dulces duraban hasta la cosecha del año siguiente y a veces más allá.

La abuela tenía un jardín

 La abuela tenía infinidad de plantas en macetas debajo de la galería, flores de todos los tamaños y colores, que en invierno cubría cuidadosamente para protegerlas de la helada, pero que en verano florecían para recibir a las visitas con alegría, con mariposas revoloteando de aquí para allá, al igual que las abejas que buscaban su polen para alimentar su panal.
También tenía flores, sobre todo rosales, al frente de la casa, en el patio, donde a veces, cortaba algunas para llevar a la iglesia y colocar en el altar, en el regazo de la virgen, en señal de gratitud.
La abuela era una persona alegre, que tenía una sonrisa dulce dibujada en sus labios y en los ojos la felicidad, que cantaba mientras hacía las tareas domésticas o regaba sus amadas flores. La abuela es el recuerdo de unas manos trabajando la tierra, cosechando trigo, cocinando rico, educando a sus hijos, amando a sus nietos.

sábado, 18 de enero de 2025

Sentarse alrededor de la mesa para comer era para los alemanes del Volga una forma de expresar su identidad cultural

 Sentarse alrededor de la mesa para comer era para los alemanes del Volga una forma de expresar su identidad cultural. Un momento en el que se compartían historias, se enseñaban modales y se inculcaban pautas de convivencia como la solidaridad, el respeto y el agradecimiento. Estas reuniones ayudaban a mantener unidos a los miembros de la comunidad y a preservar sus tradiciones, sus valores y su rica herencia cultural.
Los abuelos tenían un papel crucial en la transmisión de estos valores, costumbres y tradiciones de una generación a otra. Eran los encargados de enseñar a los jóvenes sobre la historia familiar, las normas sociales y las habilidades necesarias para la vida. En un contexto de desarraigo y adaptación, los abuelos ofrecían consuelo, apoyo emocional y un sentido de pertenencia, además de experiencia y sabiduría.
Todos esos valores y principios que inculcaron en sus descendientes los abuelos en aquellos primeros tiempos de las aldeas y colonias, todavía se reflejan en nuestras decisiones diarias y en la forma en que nos relacionamos con los demás. Un legado cultural que se mantiene vigente y define nuestra identidad.

Todas las recetas ancestrales que las mujeres han cuidado con celo y fueron legando a sus hijas de generación en generación se encuentran en el libro "La gastronomía de los alemanes del Volga" que recopila mas de 150 recetas tradicionales.
Las costumbres y tradiciones que nos hablan de quienes somos, de donde venimos y cual es nuestro pasado las encuentran en el libro "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes el Volga", un libro que contiene vivencias, anécdotas, costumbres, tradiciones, la vida diaria en las aldeas. Un libro cargado de historia. Ambos libros se envían a domicilio ya que no se encuentran a la venta en librerías.
Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com

viernes, 10 de enero de 2025

La abuela cocina Kleis, una comida tradicional de los alemanes del Volga

 Pela las cebollas, las lava, las picas y las arroja dentro de una sartén para rehogar en un poco de grasa, después corta pequeños rectángulos de pan duro y también los arroja dentro de la sartén mientras en una olla pone a hervir los Kleis, preparados con harina, sal, un poco de agua caliente y algún ingrediente más.
Parada frente a la cocina a leña, la abuela supervisa y controla cada detalle, esperando que las cebollas y el pan terminen por rehogarse y los Kleis se cocinen.
Ya en su punto, abuela cuela los Kleis, los coloca dentro de una fuente y distribuye encima el pan un poco frito con las cebollas y todo listo para servir. Solamente resta agregarle un poco de crema.
Su madre le enseñó la receta, pero sin el agregado de las cebollas, porque el plato original solamente se prepara con pan duro, sin sumarle nada más, apenas un poco de grasa para freír. Abuela no lo olvidó, se acuerda muy bien, pero qué va a hacer, a su nieta le gusta con pan y cebolla frita, y quiere agasajar a su nieta, que hoy viene a almorzar con ella y le pidió que cocinara Kleis con una cobertura de pan duro y cebolla, recalcando “como solamente vos, abuela, sabés cocinarlo”.
Y eso hace feliz a abuela. Tanto que puso sobre la mesa sus mejores platos y cubiertos.

Para volver a cocinar la receta ancestral de los Kleis, les recomiendo mi libro “La gastronomía de los alemanes del Volga Volga”, que, además, rescata más de 150 recetas tradicionales con fotos a color en papel brillante de la elaboración paso a paso de las comidas tradicionales. Para más oinformación escribir al correo electrónico historiadorjuliomelchior@gmail.com.

lunes, 6 de enero de 2025

Cómo se celebraba el Día de Reyes en los pueblos alemanes de Coronel Suárez en tiempo de nuestros abuelos

 Las tradiciones de los alemanes del Volga son un fascinante mosaico cultural que refleja su origen y su historia. Esta mezcla se manifiesta en diversos aspectos de su vida cotidiana, desde la religión y la lengua hasta la gastronomía y la música. Con una rica historia que se remonta a su migración desde el Sacro Imperio Romano Germánico hasta el Imperio Ruso a finales del siglo XVIII. Sus tradiciones, transmitidas de generación en generación, son un testimonio de su resistencia y adaptabilidad. Y esta época del año, donde abundan los festejos, cada día tiene la suya. Así lo hemos ido contando en dos historias publicadas en este medio, una en Navidad, con la llegada del Pelznickel y el Chriskindie; otra, el primer día de Año Nuevo, con el wünsche gehen; y la última, que daremos a conocer hoy, llamada großes neues Jahr. Todas presentes en la vida cotidiana de los pueblos alemanes de Coronel Suárez.

En Navidad, mejor expresado, el 24 a la medianoche, que se vivía con austeridad, después de haber asistido a la iglesia, a participar de la Misa de Gallo (Mette, en el dialecto de los alemanes del Volga), las familias regresaban a casa a aguardar la llegada del Pelznickel y el Chriskindie, que venían el primero, a reprender a los niños traviesos y el segundo, a obsequiarles masitas y dulces a todos los hijos del hogar.
Mientras que el primer día del año los niños se levantaban bien temprano a la mañana, casi con el amanecer, para saludar a sus padres deseándoles feliz año nuevo, recitando en alemán un poema varias veces centenario, para después recorrer la colonia vor wünsche gehen (ir de buenos deseos) visitando para saludar a tíos, abuelos y demás parientes, también a vecinos y amigos, recibiendo a cambio obsequios en masitas, golosinas o un poco de dinero que guardaban en un Pindlie, nombre que se le da al pañuelo atado en sus cuatro puntas en forma de paquete.
Finalmente, la mañana del Día de Reyes se llevaba a cabo una tradición que lleva por nombre Grosses neues Jahr (cuya traducción literal es año nuevo grande) porque en esa jornada quienes se levantaban temprano eran los hombres para ir de hogar en hogar visitando a familiares y amigos deseando un feliz y próspero año nuevo a cambio de un Schnapps, una copita de licor, siendo agasajados con un brindis en cada vivienda que ingresaban.
Demás está agregar que a medida que avanzaba la jornada y las visitas se repetían una tras otra, sumando a los buenos deseos y augurios cantos tradicionales en alemán, y los brindis con sendas copitas de licor también se repetían, los hombres finalizaban su cometido un poquito pasados de alcohol.
Dando por concluidas de esta manera, las tradiciones ancestrales asociadas a los festejos de Navidad, Año Nuevo y Reyes, que enlazaban elementos religiosos, familiares y culturales.

Julio César Melchior
Lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia y cultura de los alemanes del Volga. En la actualidad tiene disponible tres títulos: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”. Para más información, comunicarse a historiadorjuliomelchior@gmail.com o al WhatsApp 2926 461373. También pueden visitar su blog: www.hilandorecuerdos.blogspot.com.

domingo, 5 de enero de 2025

Hoy 5 de enero se cumple un nuevo aniversario de Colonia Hinojo, el primer asentamiento de alemanes del Volga en el país, que se fundó en 1878

 Los colonos buscaban un lugar donde pudieran preservar su identidad cultural, practicar su religión libremente y tener mejores oportunidades económicas. El gobierno argentino les ofreció grandes extensiones de tierra a bajo costo y les brindó la certeza de un futuro próspero y un lugar donde pudieran vivir sin las restricciones políticas, sociales y culturales que les había impuesto el Imperio Ruso. En la actualidad, el legado de estos pioneros es innegable. Su espíritu emprendedor, su fuerte ética del trabajo y su arraigo a la tierra contribuyeron significativamente al desarrollo de la región de Olavarría, en la provincia de Buenos Aires. De la misma manera, como lo hicieron los varios contingentes de alemanes del Volga que llegaron posteriormente, fundando aldeas y colonias en varias provincias de Argentina.

Los colonos llegaron al país alentados por la Ley de Inmigración y Colonización sancionada en 1876 por el presidente Nicolás Avellaneda, que tenía como meta poblar el territorio, desarrollar la agricultura y la industria, y consolidar el Estado nacional, que les ofrecía la oportunidad de construir una nueva vida en un país con grandes perspectivas de desarrollo y crecimiento, donde podían preservar sus tradiciones y disfrutar de los beneficios de una sociedad libre y democrática.
Es en este marco que el 5 de enero de 1878 fundan Colonia Hinojo, que en sus orígenes llamaron Kamenka, igual que la aldea natal que habían dejado atrás, allá lejos, en una amplia región meridional del río Volga, en el Imperio Ruso, que sus ancestros habían colonizado a partir de 1763, cuando emigraron del Sacro Imperio Romano Germánico rumbo a Rusia, convocados por la zarina Catalina II, La Grande.
En 1878, el territorio de la provincia de Buenos Aires presentaba características muy distintas a las actuales. La expansión hacia el sur estaba en pleno desarrollo y las campañas militares, con todo lo que esto significaba, estaban en pleno desarrollo para extender la frontera agrícola. Y las vías de comunicación eran escasas como escasa era la infraestructura en general. La región era un vasto territorio, con un horizonte infinito y donde todo estaba por hacer.
Al respecto, existe un antiguo manuscrito que el historiador José Gottfriedt encontró revisando viejos archivos hace ya varias décadas, que relata que "duros fueron los primeros tiempos, nos decían nuestros abuelos, primero el idioma, después los pajonales, no se divisaba más que unos metros y el poco tiempo transcurrido de la conquista del desierto, aún quedaban algunos aborígenes merodeando a los hombres que tenían que ir a sus chacras a trabajar” en jornadas agotadoras, interminables, en las que tanto los hombres como las mujeres tuvieron que realizar tareas sumamente agobiadoras, no sólo en la casa sino también en el campo.
La adaptación tampoco fue sencilla. Tuvieron que enfrentar un entorno y un clima diferentes, nuevas enfermedades y adaptarse a la convivencia con otras culturas. Tarea compleja, porque a raíz de algunos conflictos suscitados con un grupo de colonos franceses establecidos en la zona, los alemanes del Volga solicitaron y obtuvieron el permiso para trasladarse a un kilómetro de distancia del primer lugar escogido para fundar la nueva localidad. Acordado el permiso, desmontaron todo y se trasladaron al nuevo destino, al cual llegaron pocos días después nuevas familias.
Poco a poco, los colonos fueron levantando sus viviendas, construyendo una iglesia y estableciendo una escuela. La comunidad creció y se fortaleció gracias al esfuerzo conjunto de sus miembros, transformando las tierras vírgenes en campos productivos, contribuyendo al desarrollo económico de la región y del país. Por lo que con el correr de los años, Colonia Hinojo se convirtió en un modelo de inmigración exitosa, demostrando que con esfuerzo y perseverancia se pueden superar los desafíos y construir una nueva vida.
Los fundadores, que llegaron junto a sus familias, fueron, entre otros: Andrés Fischer, Jorge Fischer, José Kissler, Miguel Kissler, Andrés Kissler, Pedro Pollak, José Simon, Juan Schamber, Jacobo Schwindt y Leonardo Schwindt.
Colonia Hinojo se convirtió rápidamente en un próspero centro agrícola, contribuyendo al desarrollo económico de la región, merced al esfuerzo, el trabajo y los conocimientos ancestrales en agricultura, adaptados a las condiciones del nuevo territorio, que trajeron consigo los colonos.
Además, la comunidad alemana del Volga logró mantener su identidad cultural y transmitirla a las siguientes generaciones, en diversos aspectos de la vida cotidiana: en la arquitectura, la lengua, la música, la gastronomía, las festividades, las costumbres y las tradiciones. Un legado invaluable que todavía en la actualidad se mantiene vivo.

Las fotografías son gentileza de Hugo Schwindt.

Julio César Melchior
Lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia y cultura de los alemanes del Volga. En la actualidad tiene disponible tres títulos: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”. Para más información, comunicarse a historiadorjuliomelchior@gmail.com o al WhatsApp 2926 461373. También pueden visitar su blog: www.hilandorecuerdos.blogspot.com.




miércoles, 1 de enero de 2025

El primer día del año en los pueblos alemanes de Coronel Suárez en la época de nuestros abuelos

 El primer día del año era una fiesta para los niños, porque en esa jornada se levantaban apenas amanecía para saludar a sus padres y después visitar la casa de parientes y vecinos, para desear feliz Año Nuevo, recitando poemas varias veces centenarios. Manteniendo vigente una tradición ancestral, cuyas raíces históricas se diluyen en la Edad Media. A cambio, recibían una recompensa en masitas, golosinas o un poco de dinero. Esta tradición lleva por nombre wünsche gehen (cuya traducción aproximada sería “ir de buenos deseos”).

Cada primero de enero, los niños, ni bien despertaban y luego de vestirse, se paraban frente a sus padres, para desear un feliz Año Nuevo, recitando el siguiente poema:
-Vater und Moter ich wünsch euch
ein glückseliges Neues Jahr,
langes Leben und Gesundheit,
Friede und Einigkeit,
und nach dem Tod
die ewige Glückseligkeit.
-Das wünsche mir dir euch! (1) -respondían mamá y papá, entregando masitas o golosinas (que eran un obsequio muy valorado por aquellos años) y en ocasiones, hasta un poco de dinero.
Después, los pequeños salían para desear un próspero año nuevo a familiares, vecinos y amigos, ingresando en la mayoría de las viviendas de la localidad para, al final de la jornada, reunir la mayor cantidad de obsequios, que guardaban en un Pindle, nombre que se le da al pañuelo atado en sus cuatro puntas en forma de paquete, para atesorar en su interior las masitas y golosinas que recibían. Obviamente, las familias los esperaban con alegría y los regalos preparados.
En esta ocasión, el poema que recitaban era otro:
glück und segen
auf allen Wegen!
Frieden im Haus
jahrein, jahraus!
In gesunden und kranken Tagen
kraft genung, Freud und Leid tragen!
Stets im Kasten ein stücklein Brot,
das geb’ uns gott! (2)
Al finalizar la jornada, los niños se sentían dichosos por la cantidad de cosas dulces que lograban reunir tras una larga jornada visitando tíos, abuelos y demás parientes. Además, regresaban a sus hogares con la satisfacción del deber cumplido y el corazón henchido por todo el cariño cosechado.

1.         Traducción del primer poema:
-Mamá y papá, yo les deseo
un feliz Año Nuevo,
larga vida y salud,
paz y unidad,
y después de la muerte,
la dicha eterna.
-Eso te deseamos a ti también!
2.         Traducción del segundo poema:
Felicidad y bendiciones
en todos los sentidos,
paz en la casa,
año tras año,
fuerza suficiente para soportar
los días buenos y malos!
Siempre un trozo de pan en la caja.
¡Dios nos conceda todo eso!

Julio César Melchior
Lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia, cultura, tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. Autor de once libros (uno traducido al inglés). Fundador de Periódico Cultural Hilando Recuerdos, que publicó de forma mensual durante 8 años en soporte papel y que actualmente se puede visitar en www.hilandorecuerdos.blogspot.com, con más de 4 millones de visitas. Para más información, escribir a historiadorjuliomelchior@gmail.com o al WhatsApp 2926 461373.