Por Horacio A. Walter
Me pregunto si Katerina Haas pensó en si fue
una buena madre como para que sus descendientes pensaran en el día de la Madre.
No tengo respuestas. Sólo sé que mi personaje de "Los Senderos del
Wolga" acompañó a su marido Kaspar Hass a lo largo de toda la migración
desde Aschaffenburg hasta la aldea que construyeron en la Bergaseite de la
provincia de Saratov en Rusia. En las buenas y en las malas.
Acompañando al marido que se fue transformando
en líder de un proceso difícil, audaz y totalmente incomprensible. Educó a sus
hijos, y éstos a sus hijos, y así a sus descendientes, para que lograran tener
fe en la familia, capacidad de discernir sobre el futuro y ser tan audaces como
para volver a migrar desde las riberas del Río Wolga hasta la llanura del Río
de La Plata, en la versión entrerriana con sus costas llenas de verde, hasta la
pampa húmeda de Buenos Aires donde debieron construir desde la nada toda una
cultura de trabajo y de esfuerzo. Y las madres siempre presentes. Y como si yo
fuera un personaje de esa novela, he visto a mi abuela trabajar con el pan de
todos los días, a mis tías con el ordeñe y el trabajo del campo y a mi madre
siempre al lado de su esposo. No se me escapa la madre de Gaspar Haas, una
catalana, que también estaba formada en esa cultura de la fe, de la familia,
del esfuerzo y del trabajo. Qué hermoso privilegio tenemos aquellos que somos
descendientes de inmigrantes y que nos juntamos con los criollos y con los
pueblos originarios para construir este pueblo argentino, que tanto nos cuesta,
que tanto nos duele y que, de todas maneras y entre todos, con los diferentes
modos de pensar, sentir y actuar, lo vamos a llevar adelante.
Por eso desde "Los Senderos del
Wolga" vaya esta reflexión-homenaje a todas las madres, a la mía, a mi
esposa, a mis hijas y nueras, a mis amigas, a las madres que forman parte de la
familia de mis hijos, a las que no están pero estuvieron, a las abuelas
que son madres por mil, a todas ellas ese simple ¡Gracias! que muchas
veces creemos que es mezquino porque se merecen mucho más. Pero no tenemos otra
palabra. Aunque si, si buscamos en el fondo de nuestro corazón encontramos esa
otra palabra que significa todo lo que son: Te quiero, mamá!