Rescata

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viernes, 19 de octubre de 2012

Dia de la Madre


Por Horacio A. Walter

Me pregunto si Katerina Haas pensó en si fue una buena madre como para que sus descendientes pensaran en el día de la Madre. No tengo respuestas. Sólo sé que mi personaje de "Los Senderos del Wolga" acompañó a su marido Kaspar Hass a lo largo de toda la migración desde Aschaffenburg hasta la aldea que construyeron en la Bergaseite de la provincia de Saratov en Rusia. En las buenas y en las malas.
Acompañando al marido que se fue transformando en líder de un proceso difícil, audaz y totalmente incomprensible. Educó a sus hijos, y éstos a sus hijos, y así a sus descendientes, para que lograran tener fe en la familia, capacidad de discernir sobre el futuro y ser tan audaces como para volver a migrar desde las riberas del Río Wolga hasta la llanura del Río de La Plata, en la versión entrerriana con sus costas llenas de verde, hasta la pampa húmeda de Buenos Aires donde debieron construir desde la nada toda una cultura de trabajo y de esfuerzo. Y las madres siempre presentes. Y como si yo fuera un personaje de esa novela, he visto a mi abuela trabajar con el pan de todos los días, a mis tías con el ordeñe y el trabajo del campo y a mi madre siempre al lado de su esposo. No se me escapa la madre de Gaspar Haas, una catalana, que también estaba formada en esa cultura de la fe, de la familia, del esfuerzo y del trabajo. Qué hermoso privilegio tenemos aquellos que somos descendientes de inmigrantes y que nos juntamos con los criollos y con los pueblos originarios para construir este pueblo argentino, que tanto nos cuesta, que tanto nos duele y que, de todas maneras y entre todos, con los diferentes modos de pensar, sentir y actuar, lo vamos a llevar adelante.
Por eso desde "Los Senderos del Wolga" vaya esta reflexión-homenaje a todas las madres, a la mía, a mi esposa, a mis hijas y nueras, a mis amigas, a las madres que forman parte de la familia de mis hijos,  a las que no están pero estuvieron, a las abuelas  que son madres por mil, a todas ellas ese simple ¡Gracias! que muchas veces creemos que es mezquino porque se merecen mucho más. Pero no tenemos otra palabra. Aunque si, si buscamos en el fondo de nuestro corazón encontramos esa otra palabra que significa todo lo que son: Te quiero, mamá!