Por Mariana Raquel Baliño
Me lo dijo con una orquesta de grillos y sentí esa
libertad. Sí, me lo dijo y fue una demostración de que me quiso muchísimo. Y
entonces debió encender el arcoiris y sentir galopar en su débil corazón esta
misma libertad que siento ahora.
La suerte estaba echada y la felicidad era nuestra y ¡ya no importaba nada!
Era una tarde calurosa, rumorosa al lado del mar en calma. Sólo nuestra
libertad y lo que tanto deseé escuchar y eso que yo, a las historias las pesco
en el aire con una caña invisible y carnada de flores violetas y porque aprendí
que hay gente que no tiene alegrías porque aguarda mucho tiempo que suceda eso:
el gran momento.
Y no necesité esperar y jamás lo hubiera hecho y no fui yo la que salté
entre las plantas y corté florcitas de color lavanda con todas sus ramitas y me
dijo que mis sueños no eran chiquitos, como tampoco era chiquito el sueño de
ese ramo de flores recién cortadas , ya que era el sueño de un hermoso jardín,
de un verano que te hace sentir libre y te estremece la piel.
Y quedó magníficamente grabado en los rincones de mi mente, porque con su
respiración tan entrecortada, escuché:
-Serás la mujer que quieras ser y para siempre. ¡Y lo fui!