Historia, costumbres y tradiciones de los alemanes del Volga. Investiga y escribe: Julio César Melchior
Rescata
Para más información pueden comunicarse al WhatsApp: 2926 461373 o al Correo electrónico juliomelchior@hotmail.com
martes, 28 de febrero de 2017
Durante este fin de semana, multitudinaria Strudel Fest en Pueblo Santa María
sábado, 25 de febrero de 2017
Durante este fin de semana largo los libros los estarán esperando en Capital Federal
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Firmando autógrafos. Libro "La vida privada de la mujer alemana del Volga". |
Durante
todo el fin de semana largo los libros los estarán esperando en Capital
Federal, en el barrio de Belgrano. Mi gratitud a todos los lectores que ya pasaron ayer, viernes, y dejaron sus palabras de afecto y compartieron su interés en la historia, cultura y gastronomía de los alemanes del Volga. Entre todos podemos hacer que la memoria de nuestros ancestros y su legado histórico-cultural permanezca vivo por siempre. (Para adquirirlos, también se pueden comunicar a: juliomelchior@hotmail.com).
Nuestros abuelos
nos dejaron una herencia que merece ser conservada y salvada del olvido. Es un
trabajo permanente que debemos llevar a cabo entre todos y a diario. La obra
que llevaron a cabo es inmensa. Y nosotros debemos respetar y honrar su memoria
y su recuerdo.
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"Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga". |
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"La gastronomía de los alemanes del Volga" |
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"Historia de los alemanes del Volga" y "La vida privada de la mujer alemana del Volga". |
viernes, 24 de febrero de 2017
El escritor Julio César Melchior ya tiene en imprenta su nuevo libro
Fuente: lanuevaradiosuarez.com.ar

“Estoy muy feliz porque en el día de
ayer –por el miércoles- ingresó a imprenta mi noveno libro. Cada vez que eso
sucede me produce una gran alegría porque es la finalización de un trabajo de
varios años y porque dentro de poco tiempo va a estar en la mano de los
lectores”, dijo Julio César Melchior, ante la consulta de La Nueva Radio
Suárez.
El escritor de Pueblo Santa María, que
en estos últimos años viene teniendo muchísimo reconocimiento, especialmente
del mundo académico y de los lectores en general, informó que este nuevo libro
se ocupa de la infancia de los alemanes del Volga.
“Se divide en cinco capítulos. El
primero reconstruye toda la niñez de los niños alemanes del Volga: su
nacimiento, su educación, cómo era el trato familiar, sus sueños, sus juegos,
juguetes, las fiestas de Navidad, Año Nuevo. El capítulo 2 se ocupa de los
juegos que pude reconstruir que ellos jugaban. El capítulo 3 son algunas
canciones infantiles que cantaban; el capítulo 4 los deseos de Navidad y Año
Nuevo que se decían en aquella época, todos en alemán, por supuesto, y
convenientemente traducidas. Y el capítulo 5 son adivinanzas, una buena
cantidad, que todavía sobreviven en la gente mayor y no tanto de los alemanes
del Volga, y en las Colonias en particular”.
La mayoría de este material es inédito y
se logró “a través de entrevistas que fui realizando a lo largo de varios años.
En la investigación de campo para otros libros siempre fui dejando un pequeño
material que no encajaba en los otros libros. Los iba separando y cuando vi que
había material disponible para un nuevo libro se me ocurrió que podía
profundizar mayormente ese tema, y me aboqué de lleno”, dijo el escritor.
El libro “La infancia de los alemanes
del Volga” cuanta con prólogo de Jorge Piaggio y con un extraordinario dibujo
de tapa realizado por la artista plástica Guillermina Victoria.
Se estima que a fines del mes de marzo
estará lista la impresión de este noveno libro de Julio César Melchior, a
partir de lo cual comenzará la difusión del mismo.
“Quiero que quede
constancia de la forma que se vivió en una época, sus modos y sus costumbres.
Inclusive el libro rescata el habla de los alemanes del Volga, porque está
escrito en parte en alemán, manteniéndose fiel al dialecto que hablan los
alemanes de las Colonias de Coronel Suárez, y se mantiene fiel al momento de
traducir la lengua”, dijo el escritor de Pueblo Santa María.
miércoles, 22 de febrero de 2017
Por el orgullo de mi crianza, de mi infancia y juventud, por mi pueblo y su gente, por mis padres y abuelos
Por el orgullo de mi crianza, de mi
infancia y juventud, por mi pueblo y su gente, por mis padres y abuelos, es que
quise y quiero dar a conocer la historia y cultura de este pueblo que acunó a
tantos hombres y mujeres dignos de ser conocidos. Por el trabajo y el
sacrificio que marcó su historia, por la lucha y la esperanza. Por el orgullo
de su cultura y sus tradiciones, que son las mías. Por todo esto, es que
escribí libros que abarcan distintos aspectos de esta cultura digna de ser
conocida y difundida, para que no se pierda en el olvido y viva de manera
permanente en la memoria de sus descendientes y de todos aquellos que deseen
aprender de su legado y admirar su pasado, lleno de buenos ejemplos y de
epopeyas dignas de imitar.
martes, 21 de febrero de 2017
Historia de vida de una abuela que nació en la colonia y la enviaron de niña a trabajar a Buenos Aires

“El agua había que buscarla en un
molino, que estaba a cien metros de distancia de la casa. Para cocinar,
bañarse, lavar la ropa y los pisos. Había que buscarla en baldes. Que eran
pesados. Muchas veces llevábamos dos, uno en cada mano. Cerca del molino mis
padres tenían una quinta de verduras, grande, en la que teníamos que ayudar
todos, desde muy pequeños. Mis padres estaban obligados a hacer esa quinta
porque el patrón solamente les daba la carne y nada más, todo lo demás tenían
que conseguirlo mis papás. Además mi madre tampoco tenía un sueldo. ¿Pero adónde
se iban a quejar? Antes era así. El rico siempre tenía la razón. Y la pobreza
era grande” -sostiene.
“A los once años me mandaron a trabajar
de cocinera a Buenos Aires, junto con mi hermana. Nunca más pudimos regresar a
casa. Todos los meses mandábamos el dinero de nuestros sueldos. No nos quedábamos
con nada. Cómo no fuimos a la escuela le pedíamos a una mucama que trabajaba en
la misma casa de familia que nosotros, que nos escriba las cartas que
mandábamos a casa. Mis papás, a su vez, que no sabían leer en castellano, le
pedían a alguien que se las lea y que nos responda” –rememora.
“Fueron años muy duros. Estábamos solas.
Recuerdo que cuando nos mandaron a Buenos Aires, casi ni sabíamos hablar en
castellano. Lloramos mucho. Mucho” –agrega.
“Trabajamos siempre en el mismo lugar
hasta que nos casamos. Primero mi hermana y después yo, a los diecisiete años. Mi
marido tenía treinta y dos. No tuvimos hijos porque mi marido era viudo y el
único hijo que tuvo murió a los tres años, por eso no quería tener más hijos. Había
sufrido mucho. Entonces me quedé a vivir en Buenos Aires Mi marido nunca quiso
ir a la colonia a conocer a mi familia. Así fue como perdí todo contacto. Ni
siquiera pude despedirme de mis padres el día que murieron. Antes era así, la
mujer tenía que obedecer al marido” –acota con tristeza.
“Nos casamos y me fui a vivir a su casa.
El trabajaba en una fábrica y yo cocinaba y limpiaba la casa. Fue muy bueno
conmigo. En el verano nos íbamos a Córdoba, a visitar a su hermana. Ella sí
tenía hijos. Era una linda época. Pero todo lo bello termina. Mi marido murió de
un infarto y yo me quedé sola, sin nadie, sin familia, en medio de Buenos Aires,
donde no conocía a casi nadie” –cuenta con los ojos llenos de lágrimas.
“Y yo me fui haciendo grande. Hasta que
un día me di cuenta que ya no podía arreglármelas sola en casa. Ya estaba muy
vieja. Entonces me vine aquí, al hogar, donde deben estar los viejos. Hace cinco
años que estoy acá. En la colonia ni se deben acordar de mí. Me fui hace tanto
tiempo y la última vez que tuve noticias de allá fue cuando murió uno de mis
hermanos, hace veinticinco años, más o menos. Seguramente si alguien se acuerda
de mí pensará que ya me morí. Por eso no pongas mi apellido cuando escribas mi
historia” –pidió. “No quiero que nadie de allá sepa que terminé sola y en un
hogar para viejos”.
lunes, 20 de febrero de 2017
Cumple 52 años la Gruta de la Virgen de Fátima de Pueblo Santa María
Fuente: nuevodiadigital.com
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La
imagen de la Virgen de Fátima
fue traída desde Portugal
por el padre Juan Peter
|
Con tal motivo habrá una procesión que
contará con la presencia del Obispo Coadjutor de Bahía Blanca, Fray Carlos
Aspiroz Costa.
El próximo 21 de febrero se cumplen 52
años desde que se dejó inaugurada y bendecida la gruta a la Virgen María que se
encuentran en el cruce del camino de las colonias hacia la ruta85 y el ingreso
a Pueblo Santa María.
Vale recordar que en el año 1962 nuestra
zona sufrió la sequía más intensa y prolongada de su historia y que los
productores de aquel entonces, cansados de mirar el cielo vanamente, encomendó
sus sembrados a la Virgen pidiendo por lluvias y prometiendo la
construcción de una gruta para venerar su imagen y tener un lugar donde ir a
agradecerle de manera permanente. El padre Peter, impulsor de la idea, trajo
desde Portugal una imagen de la Virgen de Fátima, que luego fue emplazada en la
Gruta e inaugurada un febrero de 1965.
En estos días se celebran los 52 años de
este histórico acontecimiento de fe y esperanza, y como sucede cada año se ha
organizado una procesión en honor a la Virgen. Se llevará a cabo el día 26 de
febrero. La procesión partirá desde el templo de Santa maría, sobre la calle 11
de Mayo, y los feligreses caminarán hacia la Gruta hacia la gruta, donde las
17:00 comenzará la concentración y a la 18:00 está prevista la misa
frente a la gruta.
En esta oportunidad, se contará con una
destacada presencia: la del Arzobispo Coadjutor de Bahía Blanca, que este año
se ha propuesto visitar todos los lugares de oración dedicados a la Virgen de
Fátima, ya que se cumplen 100 años de la primera aparición de la Virgen, en el
año 1917, en el pueblo de Fátima, en Portugal.
El fiel custodio de la gruta de la
Virgen de Fátima, Oscar Baumgaertner, recordó que la imagen fue traída por el
padre Juan Peter “en viajó a Alemania y en su vuelta, pasó por Portugal y trajo
esta imagen de allí, original, ya que en su base tiene tierra de Portugal. Fue
entronizada el 21 de febrero de 1965, veníamos de una sequía importante, cuando
el padre Peter dijo a los colonos que tenían que pedirle ayuda a la madre de
Dios, a Santa María. Llegó la lluvia y la promesa había que cumplirla, de
levantarle a la Virgen un santuario a la entrada del pueblo, donde está hasta
el día de hoy”.
Dijo que “el domingo 26 a las 17:00,
sale la procesión desde la iglesia de Santa María. A las 18:oo habrá una Santa
Misa, presidida por el arzobispo Fray Carlos Azpiroz Costa. También estará el
padre Leandro Volpe, párroco de los pueblos alemanes, y si Dios quiere, va a
estar el padre Antonio Vedellini, representando a la congregación del Verbo
Divino, ya que en dicha misa le vamos a hacer un homenaje al reverendo padre
Víctor Heit, que falleció el año pasado, el 4 de abril”.
Oscar Baumgaertner luego comentó que “La
gruta de la Virgen de Fátima, era un lugar que el padre Víctor quería
muchísimo, por eso vamos a colocar una placa y una foto, recordándolo para
siempre. Fue un sacerdote muy querido por todo pueblo Santa María, y él siempre
se acordaba de nosotros. Más adelante le haremos un homenaje, cuando sea el
aniversario de su fallecimiento”.
La invitación a todos para que
participen de esta procesión y posterior misa en la gruta de la Virgen, al
ingreso a pueblo Santa María.
El
constructor
Un hombre de bien, llamado Pedro
Schmidt, fue el constructor de la Capilla ‘Virgen de Fátima, quien no sólo profesaba
su profunda fe cristiana sino que además tenía cercanía con el clero y
principalmente con la congregación del Verbo Divino, lo cual hizo que fuera el
constructor de los sacerdotes. La familia cuenta que trabajó en la ampliación
de la Iglesia ‘Natividad de María Santísima’, en su parte trasera, en las aulas
que están sobre el costado izquierdo.
Para construir la Capilla, según
Juan Pedro Gallinger, su yerno, lo había contratado directamente el Padre
Peter, quien señaló que también trabajó en el seminario de Pueblo San José.
Tuvo dos hijas, Irma Schmidt y Olga Beatriz Schmidt de Fuhr.
jueves, 16 de febrero de 2017
Canal Encuentro filmará un documental en Pueblo Santa María, sobre su historia, su cultura y su gente
Fuente: lanuevaradio.com.ar

Ana María Cacopardo hace unos días atrás
se comunicó con Juan Carlos Roth, presidente de El Progreso de Pueblo Santa
María, para informarle que venía a conocer Santa María, en una actividad de pre
producción de un nuevo ciclo documental, de cuatro programas, en uno de los
cuales será protagonista esta colonia alemana.
El miércoles por la mañana, previo a
llevar a cabo una serie de visitas y entrevistas habló con los medios de prensa
de la ciudad.
“Estamos haciendo una primera visita a
la colonia, en lo que se llama una pre producción. Es el primer contacto con
historias, con el territorio, con las instituciones. Es para una serie del
canal Encuentro, que se va a llamar “Dos Patrias”, que trabaja con comunidades
de inmigrantes que llegaron a la Argentina en el siglo XIX, entre ellas,
alemanes del Volga”.
La periodista luego comentó que “con un
enfoque que no es tan histórico, sino que lo que busca la serie es poner foco
en la vitalidad que tienen estas identidades hoy. El foco está puesto también
en las nuevas generaciones, en cómo ciertos legados se siguen transmitiendo de
una generación a otra. Y cómo en definitiva, lo diverso nos enriquece, nos hace
mejores. Eso es un poco la mirada. Va a ser una serie de cuatro capítulos. Uno
dedicado a la comunidad italiana de Mar del Plata que está instalada en el
mundo del puerto. Otro capítulo dedicado a los lituanos que están instalados en
Berisso. Otro dedicado a la comunidad gallega en Avellaneda que fueron un
puntal en el desarrollo industrial”.
Fue allí donde anticipó que “el cuarto
capítulo será en Santa María: Juan Carlos, el Club El Progreso, su bar, el
barrio La Manchurria, el grupo de teatro, la familia Meier. Estamos asomándonos
a algunos de esos linajes familiares”.
La idea para una jornada de trabajo
intensa el miércoles era, al decir de la prestigiosa periodista, “conversar,
tranquilos, dibujando un guión de trabajo. Vamos a volver a rodar, vendremos a
grabar en la fiesta del strudel. Ese es un poco el motivo de la presencia
nuestra acá”.
Destacó que “hay una cuestión muy fuerte
de identidad alemana. No es únicamente una mirada sobre lo que fue, una mirada
melancólica sobre lo que quedó atrás, sino algo que tiene mucha vitalidad en el
presente y lo tiene desde la mezcla”.
“Por eso el título de la serie, “Dos
patrias”, porque es algo que también define a estas identidades que se
afincaron en la Argentina, y que tienen una preocupación por preservar un
legado que reconocen como único. Por ejemplo, el idioma, que vienen los
alemanes a estudiarlo aquí. Entonces, la conciencia de que hay algo que es un
patrimonio y que hay que preservarlo. Pero al mismo tiempo, eso tan lindo que
produce la mezcla, de estar en esta tierra y dialogar con la cultura argentina,
con eso que construye la diversidad. Lo que estamos intentando transmitir en
esta serie, que se estará estrenando en el canal Encuentro, prontito, en marzo
o abril, es esta idea: la vitalidad de las identidades migrantes, que hace pie
en las nuevas generaciones. Con una capacidad de mezcla y de diversidad”.
¿Por qué eligió Santa
María? Responde la periodista que “Santa María tiene una identidad muy fuerte.
La distancia es pequeña, son apenas unos 15 kilómetros de Coronel Suárez. Nos
interesó su visualidad, su arquitectura. Es una colonia que no perdió su
trazado original. Podríamos habernos ido a Entre Ríos, pero hay algo como demasiado
ligado a lo turístico, que la verdad no nos interesaba. Encontramos que estaba
menos contada la historia de Santa María y que valía la pena acercarse aquí. El
eje está puesto en esta dimensión de lo diverso, en la de los legados
familiares, y en un territorio que nos pareció que no estaba tan contado”.
lunes, 13 de febrero de 2017
En tiempos de la abuela daba gusto recorrer la colonia durante el verano

Las verduras se cosechaban y se
consumían frescas y con el excedente se preparaban dulces, conservas y
encurtidos.
En pleno verano, se hacían suculentos
pucheros que contenían abundante verdura, que se ponían a hervir bien temprano
sobre la cocina a leña. Donde también, y a la par, se cocinaban dulces de
tomate, zapallo, entre otros muchos, para su consumo inmediato y para guardar en el sótano para el invierno.
Pequeños recuerdos cotidianos del tiempo
de nuestras abuelas. De aquellos veranos inolvidables de nuestra niñez.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Traumática historia de vida contada por su protagonista
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La imagen es meramente alegórica. |
Doña Águeda desea contar su historia de
vida pero sin revelar su apellido. Tiene temor de que los vecinos la señalen
con el dedo y que sus hijos la consideren una mala madre, explica. Cuenta que guarda un secreto que la atormentó
a lo largo de toda su existencia. Un hecho que la marcó profundamente y
destrozó sus sueños de casarse virgen y de, según afirma, “poder mirar a mi
esposo y a Dios a los ojos”. En esta historia quedan en evidencia no solamente los
prejuicios y las severas normas morales, religiosas y sociales que gobernaban
la época sino también cómo las personas de dinero y poder se aprovecharon de la
necesidad de los más humildes.
“Tenía catorce años –relata-, cuando mis
padres me entregaron como empleada doméstica a una familia rica de Buenos
Aires, que tenía mucho campo por la zona de Bahía Blanca. Me subieron a un tren
con mi atadito de ropa, sola, y me mandaron a Buenos Aires, donde, en la
estación, me estaba esperando uno de los empleados de mis patrones. Me llevó a
una casa inmensa, en el barrio de Palermo, donde me presentó a mis compañeras
de trabajo, que eran tres. Me entregó un uniforme y las chicas me enseñaron lo
que tenía que hacer y cómo comportarme. El trabajo empezaba a las seis de la
mañana y terminaba cuando el último integrante de la familia se iba a dormir o
decía que ya no necesitaba nada de la cocina. Tenía que hacer de todo en la casa. Desde
ayudar en la cocina, lavar, planchar, limpiar las habitaciones, hasta lustrar
los pisos arrodillada para sacarles brillo. El sueldo que pagaban era una
miseria pero había que aguantar, no quedaba otra. La plata se la mandaban todos
los meses a mi padre que la necesitaba mucho, porque la estaban pasando muy
mal. Había que mantener a una familia con quince hijos. La pobreza era tan grande
y había que cuidar tanto los gastos, que yo solamente iba de visita a la casa
de mis padres una vez al año. El viaje era muy caro. Y como yo no tenía
familiares ni amigos en Buenos Aires, también tenía que trabajar sábados y
domingos” –evoca.
“Los primeros días me la pasé llorando
en secreto y llamando a mi mamá” -agrega. “Le pedía a Dios que mi papá me
viniera a buscar; pero nunca vino. Con el tiempo me fui acostumbrando a estar
siempre sola. Hasta que un día el hijo menor del patrón me empezó a hablar y a
visitarme en la cocina. Tenía dos años más que yo. Me regalaba la ropa que ya
no usaban sus hermanas, una cadenita y una pulsera. De a poquito nos fuimos
conociendo. A veces me tocaba las manos y yo las apartaba enseguida. Me daba
mucha vergüenza. Después empezó a robarme besos. Así hasta que un día, en que
los patrones no estaban en la casa, se apareció en mi pieza para preguntarme si
quería ser su novia para casarme con él.
Le dije que sí. Era muy tonta en aquel momento. Nunca había salido de la
colonia. No sabía nada de la vida. Fuimos novios en secreto hasta que quedé embarazada
y el patrón se enteró. Se enojo mucho, me gritó, me dijo que yo tenía la culpa,
me insultó y casi me pega. Al otro día, al hijo lo mandó a Córdoba, a la casa
de unos parientes, y a mí me subió a un tren y me mandó de vuelta a la casa de
mis padres. Fue terrible. Mis padres se enojaron mucho también. Mi papá me dijo
que había cometido un pecado muy grave y que, por eso, Dios me iba a castigar.
Mi mamá lloraba y gritaba. Me repetía una y otra vez ‘y ahora que va a decir la
gente’. Me encerraron en la pieza y no me dejaban salir para que nadie me
viera. Fue terrible. Tuve mucho miedo. A la semana mi papá me mandó al campo en
compañía de mi madre, a casa de unos tíos, para que nadie se enterara en la
colonia de que estaba embarazada. Mi papá también pasó unos días en el campo.
Me escondieron hasta que nació mi hijo. Cuando regresamos a la colonia mis
padres le dijeron a todo el mundo que mi mamá había tenido un hijo. Nadie se
enteró jamás de la verdad, ni siquiera el día en que mi hijo murió en un accidente
en un campo en el que trabajaba de peón, a los cuarenta y cinco años” –confiesa
llorando.
“Al regresar del campo con el bebé me
dijeron que tenía que casarme enseguida para no volver a cometer el mismo error.
Así que a los pocos meses me casé con uno de los hijos del vecino, que era un
hombre muy bueno y fue un buen esposo y un padre excelente. Tuvimos seis hijos.
Siempre estuvimos unidos, trabajando en el campo pero nunca pude recuperarme
del todo. Al principio mi marido me preguntaba qué me pasaba porque siempre me
veía triste y llorando. Me lo preguntó varias veces, hasta que una noche se enojó
y me dijo que me dejara de llorar por los rincones porque si no lo hacía él me
iba a dar un buen motivo para llorar.
“Con el tiempo
aprendí a ocultar lo que me pasaba pero fue muy duro. Mi vida fue una tortura y
empeoró con los años. Sentí tanto dolor que es imposible de contar. Dicen que
el tiempo lo cura todo. Eso es mentira. El tiempo no cura nada. Al contrario.
Empeora las cosas. Porque con los años me fui quedando sola. Otro de mis hijos
murió y los demás se casaron y se fueron de casa. Y mi esposo también murió y
me dejó sola. Y yo me quedé viva para sufrir y llegar a vieja como castigo”
–sentencia doña Águeda, que hace unos días cumplió ochenta y nueve años.
jueves, 2 de febrero de 2017
Pueblo Santa María se prepara para la Strudel Fest, que se llevará a cabo durante los primeros días del mes de marzo
Fuente: lanuevaradio.com.ar
Rocío Reser, responsable del Centro
Cultural de Santa María, habló de los preparativos para la segunda gran fiesta
del Strudel que se prepara para este año.
Explicó que “para nosotros el año pasado
fue la primera vez. Nos desbordó, no nos imaginamos la gran cantidad de
visitantes que tuvimos en ese momento. Así que en los preparativos de esta
segunda edición las instituciones organizadoras nos hemos juntado prácticamente
todos los meses, y este último tiempo con más frecuencia, para tomar muy en
cuenta diferentes detalles de la organización”.
Por supuesto que se viene registrando
mucho interés, a través de las redes sociales, de potenciales visitantes y
artesanos de toda la zona y aún más allá.
“Venimos recibiendo muchas consultas de
turistas que quieren venir”, explicó, por lo que “estamos tratando de cerrar el
programa de actividades, porque la idea de este año es sumar más propuestas.
Que no se centre sólo en el día domingo y alargar un poco la fiesta,
centrándola ahora en viernes, sábado y domingo. Se trata de ofrecer diferentes
propuestas que abarquen todo el fin de semana para la gente que viene de otros
lugares y también los vecinos del Distrito”, explicó Rocío Reser.
El día viernes, en la Casa del Fundador,
estará abierto el patio cervecero y un gran parque de diversiones.
A las 20 horas se hará la apertura de la
Strudel Fest, en el Centro Cultural, con un pequeño acto donde se llevarán a
cabo danzas típicas. Y con muestras de la artista Karina Schwerdt y
exposiciones de fotos de la primera fiesta a cargo de Juan José Detzel.
El día sábado anticipó que habrá un
torneo de Kosser, a las 14 horas, con inscripciones ya abiertas para las que
quieran participar.
La Dirección de Turismo llevará a cabo
un circuito fotográfico con previa inscripción. La Casa del Fundador también
ofrecerá comidas típicas para la tarde de ese día, con el patio cervecero. A
las 21 horas el grupo de teatro de Santa María estará ofreciendo la obra
“Tartufo”, en versión en idioma alemán, en el Salón Parroquial. A la misma hora
también se ofrecerá la cena y baile organizada por la Casa del Fundador. Las
entradas ya están a la venta con un menú típico, actuaciones de danzas alemanas
y música tradicional.
El domingo la actividad inicia a las 10
de la mañana con la elaboración del Strudel gigante –ese año tendrá 30 metros-,
habrá paseos de artesanos, la feria local Unser Saich, exposiciones de autos
antiguos y de comercios locales.
A las 12 horas se abren los patios de
comida de las diferentes instituciones organizadoras. Habrá por supuesto buena
música durante toda la tarde, animando en un escenario, en vivo, toda la
fiesta.
La inauguración oficial, con la
presencia de la Banda Municipal, será a las 14 horas, con presentación,
exposición y degustación del Strudel gigante y palabras de las autoridades.
(La
localidad de Pueblo Santa María está ubicada en el Partido de Coronel Suárez,
en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires).
miércoles, 1 de febrero de 2017
Clementina Ruppel, de 91 años, nos cuenta su dura vida en el campo
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Me casé a los quince –cuenta Clementina
Ruppel. Mi marido tenía veintinueve años. Nos casamos un jueves y al lunes
siguiente nos fuimos a trabajar al campo. Mi marido haciendo todo tipo de
tareas rurales y yo como cocinera para los patrones. En aquella época solamente
le pagaban sueldo a los hombres y la mujer tenía que conformarse con casa y
comida. La casa estaba a varios metros de distancia del chalet de los
patrones y era precaria, tenía solamente una pieza grande y una letrina a
cierta distancia. Uno no podía decir nada ni quejarse de nada, porque enseguida
éramos despedidos. Había trabajo de sobra y el patrón siempre tenía razón
aunque, muchas veces, no la tuviera. En el chalet cocinaba para los patrones,
donde había de todo para comer. Para nosotros cocinaba en la pieza, dónde había
una cocina a leña y lo que había era escaso, lo necesario y justo para no
morirse de hambre. Fue una época dolorosa –enfatiza. Sobre todo cuando
comenzaron a llegar los hijos. A los patrones no les gustaba nada que hubiera
más bocas para alimentar y menos que anduvieran por el patio junto a sus hijos.
Nuestros hijos siempre tenían que mantenerse aparte, lejos de los hijos de los
patrones”.
“Se nos permitía ir solamente dos veces
al año a la colonia a visitar a nuestros familiares –agrega. En Pascua y en
Kerb, o sea, cada seis meses. No había vacaciones ni tiempo libre. Hasta los
domingos había que trabajar. Sobre todo en tiempo de arada, siembra y cosecha.
Yo tenía que prepararles el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena; hornearles
tortas; lavarles la ropa, planchar; limpiar la casa, lavarles las paredes; a
veces, si los niños eran pequeños, cuidarles a los hijos, y un montón de cosas
más que ya ni me acuerdo.
“En esa estancia
estuvimos cuarenta años. Lo bueno fue que pudimos criar gallinas, gansos, patos
y pavos y vender los huevos y las aves, a medias con la patrona. Eso nos
permitía tener un poco más de dinero y algo más para comer. Ellos nos daban
carne, pan, leche, fideos, arroz y alguna que otra cosa más, como la yerba y el
azúcar” –cuenta Clementina Ruppel de noventa y un años.
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