Aunque te ahogue una pena, aunque llores, aunque estés sola/o siempre habrá un amiga/o. Alguien que te quiere, te comprende y contiene. Alguien que de te fuerzas para seguir luchando y para volver a creer en tí y en tus sueños. Y si estás totalmente sola/o busca en tu alma a tu amiga/o y encuéntrate a ti misma/o. Al encontrarte sabrás quién eres y encontrarás la fuerza necesaria para seguir luchando y concretar tus sueños.
Historia, costumbres y tradiciones de los alemanes del Volga. Investiga y escribe: Julio César Melchior
Rescata
sábado, 30 de abril de 2011
Si lloras y estás triste
Aunque te ahogue una pena, aunque llores, aunque estés sola/o siempre habrá un amiga/o. Alguien que te quiere, te comprende y contiene. Alguien que de te fuerzas para seguir luchando y para volver a creer en tí y en tus sueños. Y si estás totalmente sola/o busca en tu alma a tu amiga/o y encuéntrate a ti misma/o. Al encontrarte sabrás quién eres y encontrarás la fuerza necesaria para seguir luchando y concretar tus sueños.
Conocer y conservar el pasado

Una de las mejores formas de conocer la historia de un pueblo es a través de sus costumbres, fiestas, tradiciones, lenguaje, indumentaria, que nos dicen sin palabras cómo se vivía, cuáles eran sus esperanzas y temores, qué había en su pasado, qué esperaban del futuro.
También cuando los adultos hacen memoria del pasado, recuerdan actividades que les brindaban alegría y felicidad, que han pasado de generación en generación y todo esto representa las tradiciones familiares que se consideran un tesoro.
En la sociedad de hoy, pluritécnica y multicultural, asume una gran importancia la recuperación de las tradiciones y el conocimiento de las diversas culturas que están presentes en el territorio.
Las colonias han demostrado, no obstante la industrialización y la sociedad de consumo, estar muy apegadas al propio bagaje folclórico, en el cual sobresalen muchas fiestas y celebraciones que se proponen hacer conocer las raíces de las tradiciones para lograr así compartirlas con otras culturas distintas.
Recolección de lluvia
Es tres veces maravillosa la lluvia.
¡Y no te aburras!
sino obsérvala más.
Si tú te concedes acercarte
(en este momento no estudio)
podremos mirar juntos
por esta ventana.
Es algo tarde,
el día se agrieta.
El cielo está abrigado
de espesas frazadas grises.
y en el fondo al horizonte,
donde asoma su nariz,
se ve la claridad
de su ya prendida
lámpara de noche.
Mira bien,
mientras el cielo
en ese estado sí se encuentra,
lo que sucede aquí abajo.
Los colores de los árboles
son gloriosos, más verdes,
y las casas, sus paredes,
son horribles tres veces.
Es bueno saber que esto
es corrompible y nada cierto.
Si el campo
se abriría enfrente,
la muerte sería grata,
no se ensuciaría todo
como aquí pasa.
Vemos, con la lluvia,
lo poco que importa esta ciudad.
Generaliza ella todo,
¡piensa que esta agua
en los trigales también cae!
Pero tú, se me franco,
¿qué opinas?
Es bello tres veces
este momento de paz.
La gente se inquieta cuando llueve:
un cambio en la rutina,
¡que tremendo infortunio!
Pero luego quedan
o durmiendo o leyendo
o bebiendo o tejiendo.
Es hermoso pasear
en un día de éstos:
nadie,
sólo cielo, autónomo,
severo, pero en el fondo bueno.
Que llueva, porque reflexionamos,
que llueva, que aclara el sentimiento,
que llueva que pierdo el miedo.
Si gustas, di conmigo:
‘Cielo nublado,
que lluvias nos traes,
bendecimos esta agua,
para que todo lo que toque
resplandezca siempre más.
Cielo, aquí estamos,
ten presente que apreciamos
aquello que nos das.
Regulas tú nuestros encantos,
revelas la santidad.
Hacedor de catástrofes también,
confiamos’.
Nada más.
¿Mejor?
Al advertir
lo expuesto que estamos
a lo bueno, a lo malo,
y la escasa capacidad para modificarlo,
sabio sería entregarnos
a este cielo, hoy arrebujado.
Por eso digo ‘que llueva’,
Y si es a cántaros ‘que sea’.
Lluvia, santificada eres.
viernes, 29 de abril de 2011
Die Lebensalter
zwanzig Jahr – ein Jüngling,
dreissig Jahr – ein Mann,
vierzig Jahr – ist wohlgetan,
fünfzig Jahr – geht auch noch an,
sechzich Jahr – geht’s Alter an,
siebzig Jahr – ein Greis,
achtzig Jahr – schneeweiss,
neunzig Jahr – gebückt zum Tod,
hundert Jahr – ein Gnad’ von Gott.
Las etapas de la vida
20 años – un adolescente
30 años – un hombre
40 años – una vida hecha
50 años – las cosas todavía marchan
60 años – comienza la vejez
70 años – en la ancianidad
80 años – (la cabeza) blanca como la nieve
90 años – inclinado hacia la muerte
100 años – en la gracia de Dios.
Una fotografía inédita de Pueblo San José

¿Qué es nuestra vida?
jueves, 28 de abril de 2011
Nadie puede dar lo que no tiene
Muestra cultural en Buenos Aires de los pueblos alemanes

La oportunidad será propicia para presentar los tres libros que ha elaborado el CITAB, organismo del Banco Provincia que dirige el Dr. Alfredo Grassi y que es producto del relevamiento arquitectónico - histórico que hicieron hace un tiempo atrás profesionales enviados para tal fin.
Estos libros, que luego serán presentados en Coronel Suárez, serán una muestra de cada una de las Colonias Alemanes, para todos quienes quieran visitar y

En cuanto a la exposición que se abrirá el día martes 3 de mayo en el Museo Jauretche del Banco Provincia, contendrá obras pictóricas de artistas de los Pueblos Alemanes, vestimentas típicas, elementos que representan la religiosidad de su gente, un completo muestrario de la cultura y de la historia de cada una de las Colonias, como así también su gastronomía.
La gente que concurra al momento de la apertura de la muestra podrá degustar comida típica alemana, como por caso panes, cocinados de la manera tradicional, en horno de barro.
Sobre las características de esta exposición y las particularidades de su preparación, hablaron con La Nueva Radio Suárez la Coordinadora del área de Turismo de la Municipalidad, Gisella García, y la Coordinadora del Instituto Cultural, Nora Schwab.
El día martes estará partiendo hacia Capital Federal una nutrida delegación de suarenses y gente de los Pueblos Alemanes para estar presentes en esta muestra.
De la misma participarán, entre otros, el Presidente del Banco Provincia, el Embajador alemán en la Argentina y el Intendente Municipal Ricardo Moccero.
miércoles, 27 de abril de 2011
¡No te rindas nunca!
Para no perder el optimismo
Recuerdos de escuela primaria (Segunda Parte)

Algunas familias eran muy humildes por lo que las Hermanas tenían que hacer un esfuerzo extra para adquirir libros de lectura, catecismo, cuadernos, tiza, tinta, y algún mapa o lámina didáctica. Y hasta, a veces, la clásica pizarra y plumines que se utilizaban por aquellos años.
Los comienzos fueron difíciles, de esfuerzo cotidiano y permanente. Educar y ayudar a los educandos en su vida diaria era alguno frecuente. Colaborar con los padres en la manutención de los hijos, y vestirlos, también.
Pero las religiosas dieron ejemplo de constancia, lucha y entrega. Y educaron a todo un pueblo. Todo un pueblo y su gente que les debe mucho de lo que es.
Recuerdan las mañanas de invierno, las manos escarchadas, las orejas rojas de frío, los labios titiritando, yendo a la escuela, rompiendo charcos de escarcha. El corazón contento; el alma feliz palpitando de expectativa ante un nuevo día que asomaba con el sol del amanecer… Y la maestra esperándonos en el patio.
La camp...ana, con su badajo de bronce, llamando a formar fila; a cantar “A mi bandera”. Y “entrar en silencio y sin hacer ruido” al aula. Sacar los útiles de los portafolios, sentir en el aire el aroma a tiza y pensar: “Ojalá que la maestra se olvide de tomarnos lección”.
Y de pronto llegaba la Directora Antonia. Nos poníamos de pié. Saludábamos: “¡Buenos días, Señora Directora!”. Comenzaba a formular algunas preguntas que la mayoría respondíamos con cierto temor a equivocarnos.
En esos momentos aprendimos lo que es el respeto a una autoridad y también que una autoridad puede manifestarse con su sola presencia, basada en conocimientos y experiencia. Que no necesita hacer abuso de poder ni ser autoritaria para ocupar el cargo. Que sólo basta con respetar y hacerse respetar. Dar y recibir amor. Por eso es que aprendimos a quererla tanto y a valorar todo lo que nos enseñó desde su lugar de Directora.
¡Gracias, Antonia, por los años que le dedicó a la Escuela y gracias por todo lo que nos enseñó!
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Eran otros tiempos...
El aroma atiza, los antiguos pupitres de madera, y todo un universo de reminiscencias poblando las aulas de la Escuela. La presencia de las Hermanas, tiernas y dulces. El libro de lectura. De catecismo. La Biblia. Las lecciones. La aritmética.; la gramática; el lenguaje... Los recreos jugando a la payana o a decenas de divertimentos que el tiempo se llevó y solamente perduran en el ayer de algún recuerdo. Los grupos de amigos tramando travesuras. Y una inocencia increíble. Niñas y niños que creían en la pureza de la vida, en los ángeles, en las hadas, en los reyes magos, y en un mundo de fantasía que la misma existencia se encargó en trocar en cruda realidad.
Eran otros tiempos, otro estilo de vida, más simple, más sencillo, quizás más feliz, porque se compartía lo que se tenía, porque los sueños se podían realizar, porque nada parecía imposible y porque en la niñez no existen los “no se puede”.
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La maestra
Es en la escuela otra madre
que orienta con sus consejos;
es experta sembradora
de nobles conocimientos;
es mano suave que guía
y es luz que alumbra senderos.
Es, en suma, la maestra,
manojo cálido y tierno
de bondadosa paciencia
y de maternal afecto.
Publio A. Cordero
martes, 26 de abril de 2011
Los ojos no mienten
Recuerdos de escuela primaria (Primera parte)

Las puertas están abiertas de par en par, sólo es cuestión de animarse e ingresar y leer. Las manos están tendidas y el corazón abierto. Sean bienvenidos para recordar a las Hermanas religiosas, docentes, ex docentes, alumnos, ex alumnos, colaboradores, padres, amigos…
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Ángeles de guardapolvo blanco
Uno crece. Los años transcurren. La vida nos golpea, nos enseña. Se da cuenta que todo pasa por algo. Va acumulando experiencias. Tal vez forma pareja, tiene hijos… Logra concretar sueños, objetivos… A veces se siente triste; otras plenamente feliz. Y sin embargo, nunca olvida lo que vivió en su niñez y en sus años de escuela primaria. Más aún, con el paso del tiempo, estos recuerdos parecen reforzar su legado: por las enseñanzas que nos dejaron esos años, por las maestras que nos enseñaron no solamente a sumar y restar y dividir y escribir, sino también porque nos enseñaron lo que está bien y lo que está mal. Esas maestras que educaron con el ejemplo. Y forjaron nuestro espíritu. Nos hicieron comprender que ser mujeres y hombres de bien era lo que debía ser. Y se hicieron nuestras amigas, nuestras compinches… porque nos comprendían, nos entendían… porque sabían cómo pensábamos, cómo sentíamos… porque sabían de nuestra idiosincrasia particular de ser de las colonias alemanas… porque eran madres antes que nada… y porque eran ángeles de guardapolvo blanco.
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Los libros de lectura
No sé por qué uno olvida los títulos de ciertos libros de lectura que usa en la escuela y por qué a otros los recuerda con tanto afecto y ternura. Pero esta mañana me dio cierta añoranza al rememorar mis libros de lectura. Esos libros que antaño pasaban de hermano en hermano y luego continuaban acompañando a los primos, amigos, etc. Eran libros eternos. Los cuidábamos porque tenían que perdurar varios años.
El que más recuerdo, diría que puedo repetir de memoria todas las páginas, incluyendo las imágenes, es “Flores y espigas”, el libro que utilicé en cuarto grado. No tenía una sola fotografía, como los libros de ahora, pero tenía unos dibujos que transmitían, al menos a mí, cierta dosis de melancolía, con sus trazos y sus colores apagados, entre mezcla de nostalgia de un mundo perdido y un mañana todavía lejano.
Lo llevé durante muchos años conmigo hasta que en una de las tantas mudanzas se perdió en el ayer de mi niñez.
¡Cuánto daría por volver a ojear uno y ver surgir ante mis ojos los recuerdos de un tiempo que ya no regresará como no regresarán los sueños que soñaba mientras lo leía sentado en mi pupitre del aula de cuarto grado!
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Mi primer amor
Risas y llantos. Alegrías y tristezas. Arrullos del alma que acunan el recuerdo de mis años de estudiante. Un pupitre de tercer grado y dos iniciales grabadas: el primer amor. El primer suspiro, la primera lágrima y una espera interminable de algo que todavía no sabemos qué es.
Los años pasaron. Transcurrió la vida. Soñamos. Trabajamos. Concretamos proyectos. Vivimos. Y hoy recordamos. No importan las distancias en tiempo, no importan los otros amores que llegaron después, quizás más importante y trascendentes, las dos iniciales en el pupitre seguramente perduran en algún lugar como en mi memoria, de manera perenne y sagrado.
Y ella, hoy mujer, nunca sabrá que un día la amé como sólo puede amar un niño de 8 años.
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Las docentes
En cada ex alumno sobrevive la imagen de una docente que nos guía en la vida y un cúmulo de remembranzas que nos dejó nuestro paso por la escuela. La docente nos ilumina el alma, y en momentos difíciles, todavía nos aconseja, con aquellos ejemplos y consejos que nos dio cuando éramos sus alumnos. Y las remembranzas brillan en nuestra memoria como un tesoro que nunca dejaremos en el olvido, porque forman parte de lo más importante que vivimos en nuestra humilde niñez de niños de la colonia. Porque la escuela fue nuestro hogar, nos instruyó pero también nos educó y nos formó como seres humanos. Nunca olvidemos esto. Y nunca olvidemos todo lo que le debemos a las docentes que tuvimos durante nuestro paso por la Escuela Parroquial.
lunes, 25 de abril de 2011
No temas
Epidemia
Temperley

Los más pequeños comienzan a enfermar ¿Qué será? El médico sentencia: difteria. Una enfermedad difícil de combatir en esa época, extremadamente contagiosa y que se llevaba a la mayoría de quienes la padecían. La casa de mi padre no fue la excepción. Él y algunos de sus hermanos enfermaron. Mi abuelo montó su caballo, recorrió una larga distancia con la esperanza de conseguir el remedio para una de sus hijas, que ya mostraba signos de debilidad y empeoraba día a día. Cuando regresó a su casa mi padre mostraba los mismos síntomas. Se lo llevó para hacerlo ver... El médico, sin poder hacer demasiado y ante la falta de

¿Por qué recordar? ¿Por qué recrear historias tan duras? Porque esas vivencias forjaron espíritus inquebrantables ante la adversidad, sabían que no contaban más que con ellos mismos para superarse, y no se rindieron. Con su dolor a cuestas, la fe puesta en Nuestro Señor, con esperanzas en la tierra y en su trabajo, enterraron y lloraron a sus muertos (mi abuela hoy descansa junto a su hija) y siguieron, con la fuerza de un tornado que arremete con todo lo que se atraviesa en su camino, abriéndose paso entre dificultades, lagrimas y penurias. ¡Y lo lograron! Sembraron una semilla en el corazón de sus hijos, la semilla del tesón, de no dejarse caer, de insistir y perseverar sin perder el rumbo cuando de alcanzar una meta se trata. ¿Cuál es esa meta? Nuestros hijos, nuestra familias, los vivos y los muertos (no por nada las civilizaciones de la antigüedad rendían culto a sus antepasados). Recordar. Memoria. O corremos el riesgo de convertirnos en hojas secas que el viento se lleva sin rumbo a cualquier parte.
Foto 1:
Leoncio Schiel, a la izquierda, Martha, en el centro, Adriana y a la derecha Alejandra.
Foto 2:
Arriba: Ana y Catalina Schiel; de pie a la izquierda Paulina Schiel; sentada Margarita Merkel (mi abuela) con su primer hijo José, en brazos; Catalina Konrad de Schiel (mi bisabuela); a su lado su hijo Juan (mi abuelo); Matias Schiel; abajo, sentados, de izquierda a derecha, Amadeo y Adán, es decir mi bisabuelo con sus hijos, nuera y su primer nieto.
domingo, 24 de abril de 2011
En la vida nada es casual
sábado, 23 de abril de 2011
La costumbre del conejo de pascua entre los alemanes del Volga

Der Osterhas
Los huevos de Pascua formaban una sólida tradición en la colonia, y los traía la liebre pascual (Osterhas). Una antiquísima leyenda cuenta que fue una liebre de campo (no un conejo) la primera, que vio la resurrección del Señor, en aquella madrugada gloriosa de Jerusalén, y valida de la velocidad de sus patas, salió apresuradamente a correr por el mundo anunciando la gran nue¬va. Por eso la liebre, trae un don, si bien extemporáneo, consecuente; los huevos de Pascua, que las madres, en el silencio de la noche pintarán de varios colores, para dejarlos junto a las camas de sus niños, quienes habrán tenido buen cuidado de preparar un nidito de suaves pajas, y de asegurarse que los perros de la casa, quedaran esa noche atados.
Y cuando despierten al día siguiente y vean alborozados el regalo multicolor, la madre les explicará el significado del huevo pascual. Así como el polluelo rompe por propia fuerza la cáscara del huevillo y sale al exterior, vivo, en la misma forma Nuestro Redentor, rompió por propia virtud el cascarón de piedra de su sepultura, para aparecer vivo entre los suyos, en el día de la Re¬surrección . . .
¡Cuánta Teología en un humilde huevito de colores!...
Y los niños esperarán ansiosos el paso de la liebre familiar de sus campos, arrastrando penosamente una canastilla de vistosos huevitos, como en un cuento animado de Walt Disney.
Buscar el origen de esa tradición legendaria, netamente cris¬tiana, es remontarse al medioevo, en medio de los pueblos sajo¬nes nórdicos, donde su pista se pierde; pero es tanta la fuerza de su simbolismo, que hasta lo han adoptado los pueblos latinos, si bien en forma de huevos de chocolate, como han copiado tan¬tas bellas cosas de los pueblos teutones.
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Orígenes del Conejo de Pascua
Los persas y los egipcios coloreaban los huevos con colores brillantes y luego los comían durante el festejo de año nuevo, que comenzaba en primavera.
Uno de los símbolos más conocidos en Pascua son los famosos "Huevos", que en la antigüedad significaban la fecundación y la nueva vida.
A raíz de esta tradición, se hizo costumbre dar huevos como regalo en los festivales de primavera.
Hoy en día la gente sigue coloreando y decorando huevos de Pascua con distintos símbolos y colores. Uno de ellos es el sol que significa la buena fortuna. También el gallo que simboliza la concreción de deseos y las flores que representan el amor y caridad.
En Grecia, se utiliza mucho el color carmesí en honor a la sangre de Cristo. Una tradición en el festejo de la Pascua de este país es estrechar los huevos pintados de colores variados, tal cual como se brinda con las copas. En algunas Iglesias europeas se realiza una ceremonia en la que se bendicen los huevos, así como los Ramos de Olivo, y acompaña a este acto el dulce canto de un coro de niños.
En Alemania y Austria el Jueves Santo se utiliza el color verde para pintar los huevos. Los alemanes cocinan los huevos y luego quitan su contenido perforándolo con una aguja. Cuando el huevo está hueco los cuelgan en árboles y arbustos durante toda la Semana Santa.
En otros países, como por ejemplo Armenia, también vacían el huevo y en este país en particular, además los adornan con imágenes de Cristo, de la Virgen María y otros diseños religiosos.
Los eslavos pintan los huevos con especiales decorados en oro y plata.
En Inglaterra, en los pueblos de montaña, la celebración comienza en el amanecer del Domingo de Pascua. Hombres y mujeres suben a lo alto para ver nacer el Sol de la Resurrección. Al día siguiente, desde allí hacen desliza huevos de diversos colores que ruedan por las laderas y se pierden entre la vegetación de valles y llanuras.
Los artistas australianos diseñan los huevos con helechos y pequeñas plantas.
Los polacos y ucranianos, en cambio, los decoran con simples diseños y colores. Elaboran los llamados "Pysanki", que son una obra maestra de la habilidad y la mano de obra.
A pesar de todas estas variadas costumbres para adornar los huevos de Pascua que existen en muchos países europeos, la República Checa es el país donde más desarrollada tiene la técnica de ornamentación de los huevos.
El conejo era considerado el animal más fértil y era un signo de nueva vida durante la primavera. Sin embargo, el conejo como símbolo de Pascua fue originado en Alemania. En el 1800 fueron hechos los primeros conejos comestibles de pasta y azúcar.
Los alemanes fueron quienes incorporaron el conejo de Pascua en América del Norte, donde fue ignorado hasta poco después de la Guerra Civil norteamericana. La misma Pascua no era ampliamente celebrada en América hasta después de este tiempo.
El Conejo de Pascua también tiene un gran significado para los niños, quienes creen que el conejo es quien trae el huevo de Pascua. Esta creencia parte de una leyenda que comienza con la historia de una mujer que pintaba huevos para sus hijos en la Pascua y los escondía en nidos. Cuando los niños los encontraron un conejo saltó del nido y pensaron que el conejo les había traído los huevos.
La tradición de los huevos de Pascua
Todo comienza en Semana Santa y culmina con el Domingo de Pascua, que se presenta como una de las más importantes fiestas religiosas.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, una de las conmemoraciones más importantes para la cristiandad. Muchos fieles van a misa con ramos de olivo -símbolo del recibimiento de Cristo en Jerusalén- para que sean bendecidos.
En esta semana se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Con el Domingo de Ramos se evocó la entrada de Cristo en Jerusalén. Según la fe católica, el pueblo judío le dio la bienvenida agitando ramos de olivo.
A partir del jueves próximo -día que se conmemora la Ultima Cena- la liturgia religiosa adquiere mayor importancia. El viernes santo se evoca el tormento de Cristo en su marcha hacia el Calvario y el domingo, con la Pascua de Resurrección, se festejará el paso de la muerte a la vida del Hijo de Dios.
La Pascua constituye el fundamento sobre el cual se asienta y gira toda la vida del cristianismo. Es festejada por millones de fieles en todo el mundo y el Papa da la bendición en una misa urbi et orbi desde la Basílica de San Pedro.
Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo.
Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio del siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos adentro.
En cuanto a la decoración, los huevos de pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol.
Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo XX.
viernes, 22 de abril de 2011
Reflexión para Pascua
Es una lástima que muchos de nosotros no hagamos nada. Es una lástima que muchos de nosotros ni siquiera tengamos un minuto para detenernos a pensar en todos estos seres desamparados. Es una lástima que muchos de nosotros, que verdaderamente pueden hacer algo, no hagan absolutamente nada. Es una lástima que el hombre se haya vuelto tan individualista y egoísta.
Ojalá que esta Pascua nos haga reflexionar y tomar consciencia que no estamos solos sobre este planeta tierra y que podemos ayudar ayudando a la persona que tenemos al lado. Siempre se puede colaborar para cambiar el mundo. No es necesario ser presidente de un país o líder de ejército. Basta con dar lo que uno puede para que otro mejore su calidad de vida.
¡Feliz Semana Santa y Feliz Pascua!
¿Cómo celebraban la Pascua los alemanes del Volga?

Semana Santa
Durante la Semana Santa, las colonias cambiaban totalmente su aspecto. No se oían los suaves acordes de los “Schnerorgellier” y los colonienses que an¬daban por las calles lo hacían en profundo silencio.
El Jueves Santo, durante la Misa, en que se celebraba la Ultima Cena de Cristo y la ceremonia de lavar los pies para rememorar el lavado de pies de los discípulos de Cristo, el templo quedaba de pronto en silencio y a oscuras: súbitamente los fieles comenzaban a entonar el himno sagrado Gloria in excelsis al tiempo que comenzaban a repicar todas las campanas (que se “volaban” y permanecerían mudas hasta el sábado a la noche, cuando “regresarían”, haciendo el mismo estruendo que ensordecía a toda la colonia). Desde ese momento, solamente las matracas (Klapperer) de los campaneros anunciaban el inicio de la misa, durante los dos días subsiguientes.
El Viernes Santo, los fieles concurrían a misa vestidos de colores oscuros o de negro. Se conmemoraba la muerte de Jesucristo. Era un día dedicado a la penitencia, el ayuno y la oración. La liturgia se componía de cuatro partes diferenciadas: lecturas bíblicas y oraciones solemnes, incluyendo la lectura de la Pasión según san Juan, la adoración de la cruz, la comunión de los fieles y las devociones populares. También se realizaban procesiones por las calles, en las que los niños iluminaban su camino llevando en las manos farolitos (fackellier), adornados con papel crepé, entonando cánticos religiosos y orando devotamente. En muchas esquinas se instalaban pequeños altares preparados por los vecinos.
El Sábado Santo por la noche, se hacía el remedo de quemar a Judas, el traidor de Jesús. Y el Domingo de Pascua se asistía a misa con los corazones alborozados para celebrar la resurrección del Señor.
Al atardecer se organizaban animadas tertulias y bailes. Hecho que se reiteraba los lunes y martes. Siempre con una masiva participación popular.
jueves, 21 de abril de 2011
Tradición de Semana Santa: Los campaneros de la colonia

Die Klapperer
La Semana Santa llamada aún con el vocablo del alemán an¬tiguo Karwoche, tenía a mal traer con mucha anticipación a to¬da la muchachada coloniense de los primeros años de las colonias.
Ya meses antes, se trabajaba en la fabricación de matracas e instrumentos de propia invención (Raschpel), para intervenir en la Agrupación de campaneros que suplirían el silencio de las cam¬panas entre el Jueves y el Sábado Santo, o como se decía "die Klocken fliegen fort" (se vuelan las campanas).
Llegado el momento, se reunía el grupo en la Parroquia, para ser admitido oficialmente con derechos y obligaciones en la Co¬fradía, y para recibir las instrucciones de caso, y presentar al sacerdote las armas de combate, que eran poderosas matracas, capaces de hacer callar a una chicharra. En número de hasta cua¬renta se salía a anunciar los diversos actos del programa y el Án¬gelus, que era especialmente importante, porque había que le¬vantarse de madrugada, recorriendo las calles en penumbras, can¬tando el Ave Maria Gracia plena! Con ese motivo, fuera de las horas rituales en el templo, la muchachada se las pasaba en la calle matraca al hombro, anunciando a viva voz los horarios, y comunicando que su llamado correspondía a los tres consabidos toques de las campanas, rubricando el pregón con: Zum ersten mal, zum zweiden mal, zum dritten mal!" (¡primera, segunda y tercera!) y cerrando el todo, con un ensordecedor ruido de los instrumentos especiales.
De madrugada, el punto de reunión era el viejo y abandona¬do salón capilla, y allí al alba, y a la luz de una vela, medio dor¬midos aún, esperaba la trupp el momento de salida, que daría el Schulmeister. El salón distaba un buen tiro de honda de la iglesia, lo que atemperaba el bullicio de los muchachos, a pesar de los que gritaban más, exigiendo a veces la dictatorial intervención del Padre, con algún "sopapo" perdido, con lo que a la postre no se remediaba nada.
Los chicos de la colonia soñaban con ser "campaneros de Semana Santa" (Klapperer) y hasta los más pequeños importu¬naban a sus padres para sonsacarles el permiso, e iban confiados a algún amigo mayor que ellos. Y ahí se desplazaba el grupo, siguiéndole a prudencial distancia los perros fíeles, cuyos amos eran una máquina de ruido.
Todo ese trabajo —pues no dejaba de serlo— tenía una re¬compensa. El Domingo de Pascua y después de la Misa Mayor, volvía a congregarse la trupp, ya fuera de servicio, y arrastrando un carrito no mayor que un coche de bebé, rehacían el habitual recorrido, interesadamente, para recoger su recompensa. Se iba de casa en casa, entrando en todos los patios, para desear las Fe¬lices Pascuas a la gente que se divertía con ellos y los esperaba, e inclusive les pedía la repetición de sus pregones, sobre todo el del ÁNGELUS, que cantaban a voz en cuello, mientras el ruido subía en crescendo y al ritmo de las dádivas de monedas y huevitos de Pascua que daban los dueños de casa, y los que al fin del re¬corrido, eran repartidos en total entre los componentes de la agrupación.
Ya antes de entrar en un patio, el encargado de las finanzas hacía cálculos de lo que dará Don Fulano, si mucho o poco, y se¬gún la intención se atacaba en tono mayor o menor, con todas las repeticiones que se pidieran, y que a veces eran muchas y pro-vechosas. De paso se iba comiendo torta pascual, entre canto y canto, ruido y ruido . . . por primera, segunda y tercera vez.
miércoles, 20 de abril de 2011
Los murmullos de mamá

Hablaba poco. Lo necesario. Siempre estaba triste. Los ojos llorosos. El alma melancólica. El cuerpo sufrido. Muy anciana. Rezaba y rezaba. Por los hijos, los nietos, los bisnietos… por los que habían nacido, por los que todavía no habían venido al mundo. Por el pasado, por el presente, por el futuro. Pedía por todos. Generaciones enteras fueron bendecidas por sus oraciones. ¿Será por eso que fuimos tan felices con tan poco? Teníamos lo indispensable para vivir pero nunca nos faltaron la risa ni los momentos felices.
Sus murmullos eran el cantar del tiempo que transcurría. Las horas que pasaban. La voz que adormecía. La canción que apaciguaba los ánimos. La comunicación con alguien superior. Alguien que nos cuidaba porque ella se lo pedía.
Ya está a la venta la segunda edición del libro “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, del escritor Julio César Melchior.

Es un libro de una belleza poética inigualable, puesta al servicio del corazón nostálgico y el alma melancólica de remembranzas. Un homenaje a los alemanes del Volga que un día llegaron a la Argentina a hacerse la América y terminaron construyendo un próspero y hermoso país. Entrañables recuerdos que hacen al alma y a la identidad de los descendientes de alemanes del Volga, que el escritor Julio César Melchior recupera en esta obra, para que la guardemos como una valiosa joya que no debe faltar en ninguna biblioteca, escribe el profesor Desiderio Walter.
“Aprendimos a vivir sin tener en cuenta que los recuerdos no mueren. Nos formamos en el andar de la vida dejando en el camino del ayer historias que luego lamentamos haber perdido. Acontecimientos cotidianos que delinearon nuestro carácter, que forjaron nuestra voluntad sobre el yunque de la existencia, con martillazos de alegrías y tristezas, o que nos hicieron hombres dándonos una lección. Pequeñas vivencias, que de tan sencillas, simples y triviales, en la niñez y juventud, nos parecían hechos insignificantes, sucesos a los que no vale la pena tener en cuenta siquiera. Y así, en el diario vivir, en el minuto a minuto, olvidamos una palabra dulce dicha al oído por un ser querido, un gesto o un abrazo fraterno, una caricia, un consuelo, un beso suave y tierno, un te amo de alguien que con los años dejamos de amar, y hasta, a veces, un adiós que nos hizo llorar. Perdimos en la vastedad de la memoria, inmersos en la era del consumismo, imágenes de la colonia que un día fue una localidad distinta, con casitas de adobe y hornos de barro y chimeneas humeando aroma a pan casero horneado en frías madrugadas de invierno; con mamá, papá, la abuela y el abuelo vistiendo ropas tradicionales que nos parecían anacrónicas y fuera de moda; con sus tradiciones y costumbres que le conferían identidad; con sus campanas en la torre de la iglesia tocando a rezar el Ángelus o llamando a asistir a misa; con sus procesiones solemnes y fastuosas; sus fiestas religiosas: Kerb, Pascua, Navidad... y el Pelznickel deambulando en Nochebuena por las calles de tierra, buscando ingresar en las viviendas para castigar a los niños que se portaron mal durante el transcurso del año”.
martes, 19 de abril de 2011
Cree en ti misma/o
Todo por haber amado
reflejada en la laguna,
y las estrellas
antiguas querellas:
lágrimas muertas
que llevo a cuestas
en mi corazón,
sin tino y sin razón.
Todo por haber amado.
Todo por haber fracasado.
Nadie puede dar lo que no tiene
lunes, 18 de abril de 2011
Scherzfragen
die vier Ecken hatte.
In jeder Ecke standen vier Säcke,
auf jedem Sack sassen vier Katzen,
jede Katze hatte vier Junge bei sich.
Wieviele Füsse waren in der Mühle?
Zwei, nämlich die des Müllers.
Die Katzen haben Pfoten.
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Wie kann man Wasser
in einem Sieb tragen?
Wenn es gefroren ist
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Traducción
Un molinero estaba en su molino,
que tenía cuatro esquinas.
En cada esquina había cuatro bolsas,
cada bolsa contenía cuatro gatos,
cada gato tenía cuatro crías consigo.
¿Cuántos pies había en el molino?
Dos... porque solamente el molinero tiene pies.
Los gatos poseen patas.
...............................
¿Cómo se puede llevar agua
en un colador?
Cuando está escarchada
Se responsable de tus actos
El principio del amor
Pueblo San José distinguió a vecinos de la comunidad.

Pueblo San José conmemoró sus 124 años de vida.
Ganadores del Torneo de Kösser 124º Aniversario Pueblo San José
José Schmidt y José Siben de Santa Maria se consagraron ganadores. Participaron más de 40 jugadores. Coordinaron Julio y Tito Hartman.
sábado, 16 de abril de 2011
Herbst
gelb die Stoppelfelder,
und der Herbst beginnt.
Rote Blätter fallen,
graue Nebel wallen,
kühler weht der Wind.
Von Johann Gaudenz von Salis-Seewis
…………………………………..
Otoño
Coloridos ya están los bosques,
de amarillo pintados los rastrojos,
y el otoño comienza.
Rojas caen las hojas,
oleada de niebla gris,
sopla el viento frío.
Sé fiel a tus principios y a tus sueños.
jueves, 14 de abril de 2011
Schlaflieder
Der Vater hüt die Schlaf.
Die Mutter hüt die Lämmerlein
und bringt ein Sack voll Blämerlein.
Schlaf, Kindlein, schalf!
Der Vater hüt die Schaf.
Die Mutter hüt eine rote Kuh.
Kindlein, mach die Aeuglein zu!
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Schlaf, Kindlein, schlaf!
Der Vater hüt die Schaf.
Kommt ein weisses, will dich beissen;
kommt ein schwarzes, will dich kratzen;
und das gele will dich quälle,
und das rote will dich brote.
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Duerme, niño, duerme!
Papá protege las ovejas.
Mamá protege los corderitos
y trae un saco lleno de florcitas.
Duerme, niño, duerme!
Papá protege las ovejas.
Mamá protege una vaca roja.
Niño, cierra los ojitos!
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Duerme, niño, duerme!
Papá protege las ovejas.
Viene una blanca, quiere morderte;
viene una negra, quiere rascarte;
y la amarilla te quiere atormentar
y la roja te quiere hornear.
El juego de las bolitas

Nadie más que tú eres responsable de tu felicidad
No temas. Porque ni quien te ama; ni quien te odia; ni quien te critica; es capaz de torcer tu destino una vez que has propuesto una meta. Nadie te doblegará, a menos que tú se lo permitas. Sólo tú y nadie más que, decides cómo vivir tu vida.
miércoles, 13 de abril de 2011
Evita los encasillamientos
Foto antigua: Fiesta familiar en Pueblo San José, en 1953...

Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga

Rätsel
im Sommer kühl ich dich,
im Herbst ernähr ich dich,
im Winter wärm ich dich.
Ein rotes Gärtlein,
ein weisses Geländer,
es regent nicht hinein,
es schneit nicht hinein
und ist doch immer nass.
Zwei Köpfe,
zwei Arme,
vier Augen,
sechs Füss:
Sag mir schnell an,
was ist denn dies?
Traducción:
En primavera te alegro,
en verano te doy sombra,
en otoño te prodigo sustento,
en invierno te caliento.
En un rojo jardincito,
existe un blanco campito,
donde no ingresa la lluvia,
tampoco la nieve,
y sin embargo, está siempre mojado.
Dos cabezas,
dos brazos,
cuatro ojos,
seis pies:
dime pronto...
¿qué es eso?
El jinete y su caballo
Los chorizos del cura

Pero el orgullo se desvaneció rápidamente, cuando con el correr de las jornadas notó que los embutidos comenzaban a desaparecer de los travesaños del techo donde colgaban.
Puesto a investigar y vigilar desde las tinieblas de las horas más tempranas del amanecer y oscuras del anochecer, descubrió al osado personaje que se atrevía a violar sus sagradas posesiones que, según su creencia personal, contaban con la protección divina y todo aquel que se atrevía a tomar aunque sea un solo embutido, por más hambre que tuviera, estaba cometiendo una de las violaciones más ultrajantes contra la fe cristiana: le robaba el alimento al representante de Dios sobre la tierra, lo que significaba –según la sabiduría del cura- hurtarle el sustento a Dios. Situación que se complicaba porque el autor de la audaz fechoría era el sacristán. A quien la parroquia abonaba tres pesos para cumplir con las tareas de servir durante los servicios litúrgicos y mantener limpia y en orden la iglesia. Dinero que, sin embargo, no le alcanzaba al pobre hombre para sobrevivir con su familia. Pero este razonamiento ni se le cruzaba por la cabeza al humillado sacerdote: el sacristán era culpable y merecía un escarmiento y él se encargaría de dárselo. No ahora, claro que no, sería demasiado sencillo. No. Actuaría con sutileza, acorde con su inteligencia. No por nada todos los feligreses acudían a él cuando algún problema ocurría en la pequeña localidad. Lo tenía decidido: lo haría declararse culpable en los próximos días cuando todos debían confesarse, porque era obligación cristiana de la colonia concurrir al confesionario y sentarse frente al religioso para contarle los pecados cometidos y solicitarle el perdón, una vez al mes.
Con paciencia monacal, aunque a veces perturbada por la desagradable incertidumbre de tener que observar como sus chorizos desaparecían por las noches, el sacerdote esperó el día de la confesión.
Las personas se fueron confesando una a una hasta que llegó el turno del sacristán que, pese a la avidez del representante de Dios sobre la tierra por conocer los pecados que el hombre iba a contar, concluyó de referirlos sin hacer mención al robo de los chorizos.
-¿Es todo?, preguntó el cura.
-¡Sí!, respondió el sacristán.
-¿Estás totalmente seguro que es todo?, volvió a interrogar el cura.
-¡Sí!, completamente.
El sacerdote, no pudiendo creer que alguien se atreviera a mentirle y lo que aún consideraba más grave, callarse un pecado que consideraba mortal, decidió preguntarle:
-¿Quién se roba los chorizos del cura?
-No le escucho, Padre, adujo el sacristán.
El sacerdote repitió la pregunta.
A lo que el sacristán volvió a excusarse pretextando que no lo escuchaba.
-¡Pero cómo puede ser!, -estalló el párroco-, si yo te escucho perfectamente de este lado del confesionario. Hagamos un cambio –propuso-, sentate vos en mi lugar que yo ocuparé el tuyo.
Así lo hicieron.
El sacristán se sentó dentro del confesionario y al comprobar que el cura ya se había arrodillado cómodamente en el lugar que él ocupara previamente, le preguntó:
-¿Quién se acuesta con la mujer del sacristán cuando el sacristán no está en casa?
-¡Tenés razón!, -respondió nervioso el cura-, de este lado no se oye nada, dando por concluida la confesión y perdonados todos los pecados del sacristán.
martes, 12 de abril de 2011
La felicidad depende de tí
lunes, 11 de abril de 2011
CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES POR EL 124º ANIVERSARIO DE PUEBLO SAN JOSÉ

domingo, 10 de abril de 2011
sábado, 9 de abril de 2011
¿Eres quién realmente deseas ser?
viernes, 8 de abril de 2011
Ella era mi madre

El amor llega siempre
jueves, 7 de abril de 2011
La infancia de los alemanes del Volga: "¡Éramos tan felices!"

miércoles, 6 de abril de 2011
La clave para triunfar en la vida
martes, 5 de abril de 2011
Fotografías acto de presentación del libro de Julio César Melchior, "Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga"












Fórmula para ser feliz
lunes, 4 de abril de 2011
Perfumados recuerdos que nos ayudan a sonreír
